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ENRIQUE VOLPE, ESCRITOR DE ETERNIDADES (entrevista) por Francisco Medina Cárdenas

SUPLEMENTO LITERARIO DESTACA A...
(Diario Atacama, Copiapó, 07 de agosto de 1994)

Enrique Volpe Mossotti partió cultivando las pobres tierras de la montaña melipillana, zona de mitos y leyendas. Recuerdo, allá por el año 1967, conversaba con él sobre la necesidad de crear, algún día, una revista que fuera portadora de una buena parte de la efervescencia literaria de Chile. Eran los tiempos de la gran Revista Orfeo. Era un mundo idílico, un islote extraño en medio de un edificio comercial frente a la iglesia San Agustín. Santiago ya bullía de progresos y otras menudencias. Como no querer a "Orfeo" si vimos nacer la edición extraordinaria en homenaje a Gabriela Mistral. Fue un trabajo titánico. Veo ahora que en el comité de La Serena estuvo el escritor huasquino Jorge Zambra, representando al diario "El Día". Murmullos y palabras a granel con el poeta colombiano Jorge Vélez, el director, también Mimbreras, había llegado de España. Tengo en la memoria cuando este andaluz de hábitos muy extraños vendió los enseres de su casa amoblada, un arriendo avalado por la propia revista, y era tal su entusiasmo por los libros que un día arremetió con mi pequeña biblioteca que mantenía en mi oficina de canje. Allí conocimos a Braulio Arenas, Mahfud Massís, Fernando González Urízar, Mario Ferrero, Enrique Lihn, mi tío antropólogo Alberto Medina Rojas, y tantos otros intelectuales.

Sus múltiples perfiles

Y entramos en el interrogatorio. Enrique, cuéntame de tu vida.
Soy un italiano nacido en Vercelli, el 27 de octubre de 1938. Desde 1950 tengo residencia en Chile, son 44 años. Fundo en Linares, en 1957, el Grupo Literario Rosa del Maule, posteriormente, me secundan los poetas Valentín Alvarez M. y Manuel Francisco Mesa Seco. Estudio en los Salesianos, obtengo el titulo de Técnico Agrícola. Lo ausculto por algunas vivencias de la Segunda Guerra Mundial y aunque era muy pequeño tiene recuerdos imborrables...Combates en las calles, la resistencia armada, soldados alemanes marchando, en otros momentos corren y disparan sobre enemifos furtivos, patriotas desangrados, torturas, gritos lastimeros, hambre, y la llegada victoriosa de los americanos...

Transcurrió casi una década. Tuvimos interesantes experiencias como Fraternidad del Agua en la Sociedad de Escritores de Chile. Fue en el 50° Aniveresario de "Crepusculario" y "Desolación", en 1973, que se sintió la necesidad de tener una institución de los poetas. Y una noche de rituales fue el bautizo con agua en la testera de cada uno. Pablo Guiñez presidía y el suscrito hacía de vicepresidente. Agnes Wasley, Isabel Velasco y Lita Gutiérrez entrelas fundadoras. Planificamos recitales, conferencias, foros y comidas. Fuimos recorriendo las poblaciones santiaguinas, lugares rurales, escuelas, hospitales y liceos vespertinos. Filiales en Provincias, en Mendoza y La Paz. Algunas controversias con el Grupo Fuego de la Poesía. Ciertos mal pensados hablaban que "el agua apaga el fuego".

¿Podrías contarnos de tu obra literaria? Claro, Francisco, tanto me conoces que confio más en tu buena memoria. Para empezar, en el sello Rosa del Maule se publica mi poemario Cabaña entre las Rosas, en 1959. "...A lo largo de esta su obra paréceme, pues, ir viendo la multiforme policromía de un año lleno de ansiedades y de recuerdos: ese sucederse de imágenes estacionales, llenas siempre y en cada instante de pletórica y variada sensibilidad artística: ese "sentirse cum natura", vibrar al unísono con la naturaleza, a través de un exuberante contenido de fantasía..." son algunos de los conceptos, agrega, del prologuista Manuel Montalva. Libro integrado por cuatro partes: "Cantos simples y un paraíso soñado"; "Cabaña entre las rosas": "Jardines del silencio"; "Tierras de Linares". Luego aparece en un volumen "Historia y Antología de la Literatura Chilena" de Alejo Roa. Ed. Salesiana (1962). Incluyen tres poemas "Parábola del paraíso perdido", "Parábola del paraíso encontrado" y "El vendedor de flores". La Revista Linares con Poema del Maule (1966). La Revista Mensaje (1977). Edita en Barcelona Días de Sal y Cenizas, Separata de la Revista de Literatura Azor que dirigiera el apreciado amigo escritor José Jurado Morales (1979). Primera Mención Honrosa, Juegos Literarios "Gabriela Mistral" de la I.Municipalidad de Santiago, con su obra poética "Cactus" (1976). Tierra Padana y Salmo de Viernes Santo, Separata de la Revista Efímeros, Biblioteca del Congreso Nacional (1987).

Después, aparece Revista Altazor en la casa de la poetisa Lita Gutiérrez. Era un deleite escuchar al "Chico Molina" con su oratoria detallkista de cada paisaje y rincón parisino. Estuvoi becado en La Sorbone. Pudimos establecer una suerte de hermandad surrealista.

Sus opiniones y conceptos

Y otra vez punzamos. ¿Qué opinas de la narrativa de carácter regional?
Pienso que en estos tiempos, en que la prosa se ve invadida por falsos valores que sólo logran malamente pintar las frustraciones y los vicios de una sociedad decadente...o hacer literatura, usando como tema sus propias taras personales. Y hasta ahora, luego de largos años de dramáticos aconteceres históricos y sociales, aún no ha salido un narrador que nos haya entregado una novela que refleje con dignidad y buen estilo, esa época social...Ahora, te enojaras conmigo, pero tu novela "La Copiapó", esa epopeya del primer ferrocarril de Chile, revive todo un mundo muerto y olvidado, con personajes bien descritos y siempre la presencia del desierto gravitante de antiquísimos mitos y donde creo, que el hombre en constante soledad, puede encontrar las raíces del infinito. Una obra que ya entregada al público te insertará, Francisco, con toda justicia cerca del gran escritor antofagastino Andrés Sabella que con su novela Norte Grande, se colocó como uno de los máximos precursores del realismo mágico, cosa que hasta ahora no ha sido valorada por la crítica. Y a mi modo de ver, la fórmula de escritura más precisa para enfocar la temática del más grande desierto de América...

En seguida, el Grupo de los Poetas Alucinados con nuestras capas negras al estilo de Neruda y Romeo Murga. Allí estaban Sergio Vergara Arteaga, Héctor Francisco Madrigal, Francisco Medina Cárdenas y Lita Gutiérrez en el hogar del poeta y periodista Víctor Castro, nuestro maestro ceremonial. Muchos conocimos su espacio erudito en el diario #Las Ultimas Noticias". Algo de verguenza sentíamos cuando nos seguían los niños en tropel, más de algún peñascazo puso nuestros pies en polvborosa; otra vez la gente se quedana anonadada en la Plaza de Armas con este grupo de poetas trasplantados. Recitábamos con mucha parsimonia gesticulando como en una representación. También se desarrollaron talleres de poesía en los institutos culturales. Por fin, llega el ansiado momento de publicar Nueva Línea, en marzo de 1976.

Y continuamos en el área chica del partido. Háblame de tu experiencia como ensayista y narrador.

Bueno. Como prosista publicó en 1985 Melipilla en la Literatura Chilena, en colaboración con el escritor Gustavo San Martíon Ravanal. "Para las personas que viven ajenas al campesinado, es necesario que se adentren en las costumbres de la tierra criolla y distanciarse un poco de su propio mundo para entender al hombre rural, cuando habla por medio de sus versos, desde su ubicación humana en su ambiente y en su lenguaje". Son investigaciones sobre el canto de los payadores de Melipilla y de Putaendo, muchos de los cuales son sus amigos personales. Volpe trabajó muchos años como agricultor en el Cajón de Aculeo, en la montaña más salvaje de Melipilla. En 1984 obtiene el Premio Gabriela Mistral con su novela Sombra de un Tiempo Muerto. Es un proyecto narrativo versado sobre la sequía del año 1969 en los campos de Aculeo y Alhué. "Una deslumbrante evocación -sobrecogedora- sostenida en un realismo mágico inusitado en nuestro país, de un tiempo inexistente, pero que permanece con su fuerza misteriosa y nostálgica" en las palabras de Héctor Francisco Madrigal. De pronta publicación Símbolo del Cardo Negro, crónica o historia personal sobre la última época del bandolerismo rural en la zona central.

Quisiera, Francisco, porque somos ambos escritores, apuntar que el libro Concurso de Cuentos para Escritores de la I a la IV Regiones, Ediciones Universitarias de la Universidad Católica del Norte, y los cuentos "La sobrina de Robert Taylor, el poeta Valderrama y el Johnny Bar" de Hernán Rivera Letelier: "El Pisquero" de Manuel Rocco del Canto y "Ese Copayapo eterno, indio Juan Godoy" de Francisco Medina Cárdenas y las cuatro menciones honrosas, se traduce en un muy buen libro que viene a demostrar que en las provincias, a pesar del silencio de la crítica oficial o improvisada, aún se dan obras valederas donde los escritores buscan las raíces míticas y la geografía humana de su propia tierra...en el relato tuyo se nota en plenitud la penetración certera de un poeta en las misteriosas raíces humanas y telúricas de una zona nimbada por miles de leyendas.Creo que hallaste tu verdadero derrotero o una escritura novedosa en que la leyenda y el cántico ritual se encadenan para dar forma a los mitos; más bien, vestir con luz mágica y sangre esas estatuas invisibles o sombras que vagan en los grandes desiertos de América, esperando la hora de la resurrección. Enrique Volpe es prologuista de inbnumerables libros. Fue SubDirector de la Editorial Nueva Línea y de la Revista de Literatura y Arte del mismo nombre. Estudioso agudo del acervo cultural de Chile.

Bien. ¿Cómo te ha tratado la crítica?
No puedo quejarme ha sido fructífera, generosa en su modo conceptual, quizás demasiado concentrada en la capital.

"Crónica del Adelantado" se forjó en Copiapó

Como plato de fondo interesa conocer su obra mejor lograda. Aquí Copiapó resurge de las entrañables cenizas de la tierra. Pachamama afianza sus ruegos y cuidados.

Dime Enrique ¿Cómo se gestó tu poema épico Crónica del Adelantado?
Este poema +epico moderno, como acertadamente lo define en su enjundioso estudio introductivo el insigne catedrático y crítico don Martín Panero (...El autor ha subtitulado poema épico esta Crónica del Adelantado, y es evidente que tiene mucho de lo que tradicionalmente se ha entendido por poesía épica. Ahora bien, sabido es que no existen géneros poéticos puros. El mismo Canto General de Neruda, está frecuentemente atravesado de lirismo. Y algo similar acontece con esta Crónica del Adelantado. La tensión poética se mantiene no sólo cuando narra, sino también cuando canta. Cuento y canto forman aquí una unidad indisoluble...) está cruzado constantemente con un lirismo inevitable en su construcción estética. La crónica del descubrimiento de una tierra de Indias más allá de los avatares de la epopeya misma, se ve matizada con la dolorosa fantasía de los sueños para el conquistador que es un hombre enfrentado a la incerteza sobre su propio destino. Don Diego de Almagro es el hablante épico lírico de este poema que no pretende ser una biografía cronológica del intrépido Adelantado. Los diversos hechos históricos extraídos de mis lecturas sobre dicha materia en los textos de varios historiadores, se van encadenando a través de las memorias de Almagro, no necesariamente siguiendo una escala cronológica paralela al tiempo, sino más bien, producto de las diversas circunstancias y reminiscencias de este gran Conquistador español, cuando ya había iniciado su camino de regreso a la tierra de los incas, donde lo estaba aguardando la derrota definitiva y la muerte...

Cuenta de su estada anónima en Copiapó en 1987, recorriendo calles, cerros y el eterno desierto, buscando las huellas de las cabalgaduras fantasmagóricas y el oxidado tiempo del oratorio de los diaguitas.
En la oscura distancia de los siglos transcurridos desde que descubriera la tierra de Chile, el Adelantado, desde su sepulcro, habla o más bien dialoga consigo mismo o con esos miles de rostros cubiertos con las máscaras sin forma del anonimato. Como autor del poema, insiste, desde un principio "me apasionó la figura humana de don Diego de Almagro, quizás el mas dejado de mano por los historiadores especializados sobre el tema del descubrimiento y conquista de las tierras de Indias. Quise que mi voz de poeta del siglo XX, trasmitiese las sensaciones de la epopeya y el mensaje de los sueños íntimos de ese hombre hispano de humilde origen, más bien, quise al traspasarle mi voz El Adelantado, se alzara desde el sudario de tinieblas de su tumba y que envuelto en su propia luz formada con claroscuros se irguiera frente al tiempo en toda su real dimensión humana de auténtico descubridor de Chile".

Crónica del Adelantado, es un libro que mereció ser considerado texto para los cuartos medios por decreto del Ministerio de Educación (Decreto N° 5-00570). Cabe señalar que esta obra se encuentra en la fase de una segunda edición en la Editorial Universitaria, lo mismo que en Francia, traducido y con un largo estudio de Efraín Barquero. Asimismo, ya sale su poemario Imperfecto Exilio. Sinceramente, creo, como director del Suplemento Literario, la ciudad de Copiapó debiera contar con la participación del escritor Enrique Volpe en los festejos del aniversario.
Copiapó se ha agigantado con mayor fuerza mediante esta obra de difusión nacional. Copiapó y sus mil maravillas están insertas en la estructura temporal de los personajes. Debiéramos tocar las puertas de alguna empresa minera que apoyara la edición copiapina de este libro que está autorizado por el Ministerio de Educación como material de apoyo complementario.

Antes de finalizar le preguntamos ¿Qué opinión tienes del SUPLEMENTO LITERARIO?

Mira, Francisco, es una muy buena idea que se ha ido concretando con trabajos atrayentes. La cultura vernacular es vital mostrarla a los cuatro vientos, ustedes lo están logrando. Nuestros 27 años de amistad me permiten decir que tú, de algún modo, lograrás cimentar la cultura copiapina, es una obsesión en ti que yo y otros escritores alabamos, acá en Santiago, por intermedio tuyo, hemos aprendido a quererla. Poralgo Copiapó cumplirá un cuarto de milenio. Estamos convencidos que don Samuel Salgado, el dueño, hizo una excelente inversión con el SUPLEMENTO LITERARIO. En la capital muchos lo leemos, lo encontramos bien diseñado, interesante, quizás debiera tener mayor periocidad. COPIAPO Y ATACAMA EN SU CONJUNTO SE MERECEN ESO Y MUCHO MAS.


CANTO 21

Copayapu, así nombran los indios esta tierra semidesértica
que limita al norte con la lenta agonía del sol.
Copayapu, con sus manantiales de sal cristalizada.
Copayapu, mas que un silvestre nombre geográfico,
parece una pequeña estrella de arcilla cautiva en las manos
de una bruma que oculta nidos de aguiluchos lunares,
con un cielo clarísimo como un navío de esmeraldas anclado
entre las hogueras de frutos de una vegetación extinta,
o una vasta flor de Chile, de especie desconocida,
que se dobla sobre las vasijas verdes de su perfume ausente
para venerar la agonía de las mariposas de los desiertos,
que vuelan suicidándose en el centro mágico
donde se gestan los misterios de la noche.


CANTO 25

Recuerdo el esqueleto de un ave de presa,
entre unas rocas cristalizadas, en San Francisco
de Copayapu: un armazón de huesos más blancos
que la nieve misma, midiendo la inclemencia
de esas cumbres destructoras. Cóndor, le dicen
los pastores andinos a esa ave de presa que acostumbra
volar en espiral en un rito salvaje.
Cóndor, haz de flechas negras o astro de plumas nocturnas
que gotean sangre del sol: una especie de águila
de las Indias, que se alimenta con las crías de los guanacos
y de todas las carroñas. Siempre recuerdo el esqueleto
de un cóndor andino, entre unas rocas de vidrio
que parecían los peldaños nevados de la escala del cielo.
BIOGRAFÍA

Nació en Vercelli el 27 de octubre de 1938, en el
Piamonte oriental, Italia. Gran parte de su vida de
agricultor transcurrió en tierras de Aconcagua y
Alhué. Fundó en Linares el Grupo Rosa del Maule
en 1957. También formó parte del
Grupo Literario
Prometeo y fue cofundador de la Corporación
Caballo de Fuego. Ajeno a toda fi guración, este
poeta, crítico, dramaturgo y narrador era uno de
los más profundos conocedores de la literatura
chilena. Había recibido el último Premio Alerce
de novela por Un capitán galopa en las fronteras
del infi erno.
Enrique Volpe falleció el jueves 9 de mayo de
2002, a las 10 de la mañana, en su residencia. Se
hallaba solo con su madre de ochenta y siete años
de edad. Lo fulminó un coma diabético seguido
de un paro cardíaco. A sus costados, como al
alcance de las manos, un par de pistolas. La noche
anterior había estado hablando con nuestros
colegas Enrique Germán Liñero y Manuel Silva
Acevedo sin evitar demostrar desánimo, soledad
y tristeza.
Otros libros de Enrique Volpe:
Cabaña entre las rosas, 1960.
Crónica del Adelantado, poesía, Editorial
Universitaria, 1994.
Imperfecto exilio, LOM Ediciones, poesía, 1997.
Premio Gabriela Mistral en 1997.

Un capitán galopa en las fronteras del infi erno,
novela, Premio Alerce 2000 de la Sociedad de
Escritores de Chile.

RESEÑA
El protagonista de Responso para un bandolero
es un ser real. Juan Segundo Catalán fue un
salteador muy temido que actuó en la zona de
Recomendadosoctubre
Narrativa
Responso para un bandolero Enrique Volpe
la Cuesta de Chacabuco. No murió en su ley,
como tantos otros. Se convirtió en un caballero
de respeto, rentista, dueño de cuatro casas y
una parcela en un suburbio de Santiago, buen
auxiliar del Partido Conservador en tiempos de
elecciones. La historia, aderezada sin duda con
elementos novelescos y fragmentos de otros
caracteres y situaciones, resulta un destilado
dramático de los conocimientos de Volpe
sobre la vida, la mentalidad y las peripecias de
estos “brigantes” chilenos, campesinos sin
tierra, marginales e inadaptados, que tomaron
el camino de la delincuencia ecuestre rural o
suburbana tal como sus antepasados de San
Vicente, Huechuraba, Doñihue o Melipilla, o sus
tatarabuelos feudales por los caminos del sur de
España o de Italia

 
                       RELOJ DE SEMILLAS


El verano madura en los nidos de las loicas
con pequeñas señales: linternas de plumas errantes
en la noche solar de las hojas, buscando en las cortezas
llagadas de años, el paraíso de la larva;
su rápido sol de podredumbre.



Los destrozados cántaros de la sequía
afirmados contra las murallas grises
de un horizonte de piedras áridas. El arrepentimiento
de los ángeles ante la agonía
del vegetal sediento; la flecha del pastor
enterrada en el corazón del relámpago húmedo
del gato montés; son los signos:
consumación de lentos fuegos,
en un desierto de surtidores extintos.



Tedioso verano; el corazón ardiendo entre rojas guitarras
sabe de la agonía de la tierra: estremecimiento
de germinales aguas subterráneas
en busca de círculos de fecundación. Aullido
salvaje de semilla desgarrada, sobre
los anillos de la luz. Hay que leer la vida
de santos anacoretas,
o textos de botánica para comprender
que los árboles y las bestias así como los hombres
tienen su infierno y su paraíso.



Cautivar el alma en su reloj de semillas
y sentir en la soledad el tiempo de la tierra;
el latido de su profundo corazón de fecundaciones.



ENRIQUE VOLPE (1979)



Lo Bandolero y lo Culinario 
Por Cristián Cruz


Razones tenía Enrique Volpe para definirse un depositario del mundo de los bandoleros en Chile, ya que desde su tierra Padana , esa cuna natal , los bandoleros asolaron sus primeros lares de Italia.
Señero creador de cuentos y poemas, Volpe transitó su vida por los senderos más escondidos del [Photo]zona central de Chile, desde la séptima región , hasta la zona de Aconcagua donde cursó sus estudios secundarios en la Escuela Agrícola de Catemu. Es allí donde toma cariño y se identifica con la región cordillerana, es allí donde acrecienta su gusto por el tema casi epopéyico de los bandoleros a quien él consideraba, un personaje de fábulas y de historias respetables, a pesar de las fechorías y calamidades que dejaron tras de si. Enrique Volpe era un gran conocedor de las bitácoras delictivas del pasado de estos personajes, y de ello dan muestra sus libros recopilatorios sobre este tema. Conocido es su "Responso para un Bandolero" de 1997 , donde cuenta en forma de crónica y entrevista la vida de un bandolero retirado de las pistas, cuyo lugar de operaciones era el desaparecido Caleu, en la comuna de Colina, localidad ya desecha por proyectos inmobiliarios de altos ingresos y que de nada saben de este ser, que Volpe rescata del olvido y de la maraña del tiempo. Como poeta logró también lo suyo , escribió el ya mítico poemario las "Crónicas del Adelantado" una especie de crónica poética sobre la llegada de Diego de Almagro al desierto chileno, y en donde utiliza la epopeya como soporte escritural, modelo ya dejado de lado por las nuevas formas comunicativas literarias . Obtuvo varios premios literarios que si bien, para él sólo eran un accidente más en este oficio, valieron y hablaron de la calidad de escritor que se desarrollaba tras esta obra. Entre ellos destacan el premio Municipal de Santiago en 1995, por las "Crónica del Adelantado", el premio Gabriela Mistral en 1997 por su poemario "Imperfecto Exilio" y el premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile por su novela "Un capitán Galopa por las fronteras del Infierno" .
Obra maciza la de este caminante observador de los rincones más inhóspitos de los valles interiores, serranías y cabreríos cordilleranos , donde siempre descubría una temática digna de ser escrita para la pupila del lector. En cuanto a su don por el conocimiento de la cocina chilena tenemos bastantes testimonios de sus andanzas por las mesas de restoranes y picadas de ciudades y pequeños pueblos y caseríos. Mencionados son sus banquetes en el Típico restaurante las Panchas de San Felipe, donde se comía como su antecesor, el poeta Pablo de Rokha, las grandiosas parrilladas y picadas de chunchules fritos acompañados de ají cacho de cabra y del buen vino de la casa. O de las longanizas chillanejas que comía apenas llegaban a sus manos a capela, junto a un trozo de pan y harto aguante. Muchas veces se le vio acompañado de distintos poetas chilenos por los lares de Putaendo o Almendral visitando y practicando el arte de comer, entre ellos se puede nombrar a Efraín Barquero o Francisco Vejar entre otros, que de seguro contemplaban como el tremendo Volpe o el Armado padrino Volpe como le decía Jorge Teillier, daba por terminado un enjundioso plato de arrollado a la chilena con unas prietas bien asadas a la parrilla y el infaltable puré maquillado con pebre cuchareado de tentación. Sin lugar a dudas este amante de la cocina, de los bandoleros y por sobre todo de el manejo diestro de la palabra nos hace mucha falta en este mundo, donde las apariencias superan la realidad y donde el juego literario más parece una mafia de figuraciones que una hermandad que de seguro predicaba este amante de la epopeya en la poesia Chilena. Epístola frente a un Espejo Roto
(inédito - fragmentos) CANTO 7 Siempre soñar como en un juego que no concluye,
entre la vida y la muerte; un mover con mano temblorosa
esas figuras del destino, sintiendo que somos
los esclavos del ocio espiritual, recostados en una silla destartalada
escribiendo esta larga epístola como un adiós,
mientras me parece contemplar tu bello rostro para siempre ausente. CANTO 10 ...El otoño es un viejo sueño multiplicado
por todas esas muertes que llevamos en el alma
como una linterna de pupilas desgarradas
que ilumina la fértil oscuridad
en el implacable laberinto del enigma...
... ¿ dónde estás mujer de sueños, siempre encadenada
a mi angustia de hombre asediado por una vida
que no amo, y siempre pulsando corazón adentro,
el cordaje de una cítara de agua triste?...

El Día de los Inocentes


Sin dudas, Aconcagua es una de las pocas provincias chilenas que nos presenta un importante panorama de creación literaria, desde el tiempo de Daniel Caldera, hasta los jóvenes prosistas del presente. En este panorama viene a sumarse el escritor Ernesto De Blasis con su cuarto libro "El día de los inocentes" (cuentos y re-cuentos), donde sobre sus libros iniciales logra una clara superación de la escritura a través de un estilo más depurado en que a veces logra crear un clima poético que envuelve el tiempo de la narración como en una atmósfera de leve surrealismo. A mi modo de ver, sus máximos logros son los cuentos "Una vieja amistad" y "Amores secos", donde un lenguaje onírico, casi a tono de un cántico ceremonial, penetra atravesando lo que los analistas denominan con el nombre de "Los espejos negros" en un sondaje a su propia alma, en una exploración que se puede decir dolorosa, pues por momentos penetra en los lugares más sagrados de la memoria y allí enciende una linterna cuya luz es una respuesta a sí mismo.

Otro de los cuentos que se destacan es "Don Silvando Oróstica", y que cabe resaltar que este autor aconcagüino, en la elaboración del anterelato usa elementos típicamente de su tierra nativa; se inserta en la esencia de esa tierra que en sí lleva un halo mágico. Se trata de un cuento típicamente aconcagüino, y a mi parecer, por su importancia, merecía un poco más de desarrollo, especialmente en torno a esa mujer campesina, sin duda, habitante de los rincones de Santa María, donde están aún latentes muchas consejas y tradiciones populares.

Esta obra "El día de los Inocentes", sitúa dignamente con toda justicia al escritor Ernesto De Blasis, en un lugar destacado entre los escritores chilenos de su generación, por lo tanto, lo saludamos como un valioso aporte para las letras de San Felipe de Aconcagua y de Chile.

CHILE, PAIS DE RINCONES 

Mariano Latorre
Editorial Universitaria

 

Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 296
Edición: 3a. ed
Año: 2000
ISBN: 956-11-1247-7
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050


“De acuerdo con su escuela, que es la mejor, no ha cantado Mariano Latorre las bellezas de un mundo abstracto, la naturaleza en general o una naturaleza más o menos arreglada a su gusto, sino una tierra bien definida, bien concreta, una provincia de Chile, su provincia natal: a semejanza de Balzac, que inmortalizó la Turenne, de Jorge Sand, que describió el Berry, de Flaubert y Maupassant, cuyos personajes vagan por la Normandía, Latorre ha querido incorporar a la literatura de nuestro país ese rincón del vasto y pintoresco reino de Dios que se llama Maule...”.

Alone, Pacífico Magazine, Nº 97, enero de 1921.

Prólogo de Enrique Volpe.


Enrique Volpe, escritor Diario El Valle 4 de Abril 2001. 
CANCIONES DE ARAUCO

Samuel Lillo
Editorial Universitaria

Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 140
Edición: 1a. ed
Año: 1996
ISBN: 956-11-1248-5
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050

“Ninguno como el autor de Canciones de Arauco puede llamarse mejor que él un poeta nacional. Rudo y fuerte como nuestra tierra, sin los refinamientos que caracterizan a otras naciones en estado de decadencia, sus palabras tienen la espontánea agilidad e incomparable sencillez de toda palabra joven aún, no estragada por un largo vivir...”, Fernando Santiván, la Unión, 4 de abril de 1908.

Prólogo a cargo de Enrique Volpe.



Y SE QUEDARON TODAS LAS COSAS SIN TI ....
por Annamaría Barbera L.
Las conversaciones que sosteníamos con Enrique Volpe ,frente a humeantes tazas de café, eran siempre interesantes y estimuladoras del intelecto.Recuerdo el día que nos planteamos una pregunta : ¿Cuál es la relación del poeta con su tierra natal? Ambos proveníamos de Italia ,ambos éramos poetas ,ambos habíamos pasado gran parte de nuestra vida lejos de la patria .Nos interesaba reflexionar sobre estos hechos . Estudiosos psicólogos nos hablan de las vivencias encerradas en el psiquismo en estado de potencia ,es decir, en estado de capacidades que pueden ser nuevamente actuadas.Este psiquismo inconsciente encerraría también el pasado racial que actúa en nosotros sin que lo advirtamos y condiciona,de alguna manera,nuestra conducta.Se refiere esto al estilo,la dirección, el impulso ,las disposiciones a actuar de una u otra manera.Por esto decíamos que "Somos no sólo lo que somos,sino lo que podemos llegar a ser,pero también somos lo que fueron nuestros antepasados."
"En el enigma ancestral de mi lamento
se anudan los cánticos dialectales
de más de cien generaciones de antepasados campesinos .La
punta del arado no puede roturar la corteza musical del silencio.
¿Quién soy entre este confuso injerto
de quemadas raíces de sangre y espejos sin rostro?"
(Imperfecto exilio,pag.13)
Nuestra vida incluye esencialmente una dimensión personal y una dimensión histórica,de ahí que quien desee mantener la propia identidad debe rescatar la memoria colectiva de sus orígenes.
El Piemonte .-
Si creemos que en los nombres se esconden mensajes míticos que influyen en los sentimientos ,deberíamos pensar que los piemonteses ,y en este caso,Enrique Volpe,incluyen en su vida una vocación a las montañas ,a las cimas con sus grandes silencios donde la soledad reina soberana.(Piemonte=al pie del monte).
Ninguna región de Italia posee características morfológicas semejantes a las del Piemonte,que encierra dentro de un cerco externo de montañas,un arco de llanuras dispuestas como herradura de caballo en torno a un núcleo central de bajos relieves.Los grandes macizos montañosos se encuentran en directo contacto con el semicírculo de llanuras que, partiendo de la de Cuneo comprende las de Turín, Vercelli (donde nace el poeta),Novara ,y se repliega hacia Alessandria (donde nace la que escribe)en una serie de altas mesetas excavadas por el curso de aguas y depósitos fluviales.
El poeta y la naturaleza.-
Se da un vínculo indisoluble entre este poeta piemontés,avecindado en Chile, y la naturaleza .Sus imágenes poéticas están fuertemente ligadas a la tierra :la llanura padana ,los puentes de piedras ,los girasoles,las viñas, no son el fondo sobre el cual se desarrolla una historia sino un lenguaje simbólico en el cual el mundo exterior constituye un símbolo del mundo interior ,de su alma y su mente.
La poesía de Volpe copia las formas del mito ,lo recrea esperando que vuelva mágicamente, a palpitar en ella el corazón como en el tiempo de los inicios; en una búsqueda angustiosa del retorno.
Sus paisajes son sus SANTUARIOS SAGRADOS ya que contienen sus vivencias infantiles,pero además tienen un significado dramático y envuelven un sentido trágico: el deseo de retornar a sus montañas,llanuras y bosques con la terrible lucidez de saber que esto es imposible, puesto que ya no se es el que era y el tiempo huye del ayer al mañana sin volver atrás .
"Y siempre los adioses; esa quemada pantalla donde ya no se
pueden proyectar las imágenes precisas
para un imposible regreso.El viaje inconcluso
que me hizo comprender que no hay nada más doloroso
que las sombras de esos viejos trenes de la infancia,
detenidos en el andén más solitario de la memoria."
(Imperfecto Exilio,pag.14)
De ahí su temor de volver a su tierra natal.Temía el retorno tanto como temía a la muerte.Muchas veces habló de suicidarse ,como lo había hecho su amigo Pablo de Rokha, el hablar de ello era otra forma de dominar sus angustias : si elegía el cómo ,cuándo y dónde morir ,dominaría ese paso trascendente a la otra vida.
"Tenía la certidumbre de ser obligado a caminar en esas especies de senderos de cabras que bordean todos los abismos del desamparo ,tratando de equilibrarme con dignidad y orgullo doliente sobre el vértigo suicida."
(Un capitán galopa en las fronteras del infierno Pag.59).
El poeta y el mito.
Son recurrentes en su poesía las preguntas que golpean y rescatan realidades míticas en busca de respuestas ,asaltando el alma con un escalofrío pleno de belleza..No se trata de un oficio meramente literario ,sino de un esfuerzo angustioso por comprender la condición humana ,su destino de muerte y soledad ,el perpetuo desvivir .
Volpe tenía una mentalidad mítica y se expresaba de mala manera de aquellos filósofos que habían puesto en crisis esta forma de pensar, al acudir sólo al pensamiento racional y lógico.Creía que el poeta es mayor que el filósofo, toda vez que es capaz de extraer del inconsciente las verdades originarias subyacentes en el fondo mítico.Verdades que no permitía fuesen puestas en duda o criticadas.
"¿Qué poetas,que son los únicos profetas,
en rito de purificación degollarán el gallo de las tinieblas
en las tristes plazas públicas"....?
(Imperfecto Exilio ,pag.100)
El Piemonte es tierra de leyendas,ritos y fuertes convicciones de estrecha ligazón entre el mundo terrenal y el sobrenatural.Volpe no fue ajeno a esta forma de vivir.Conocida es su exhaustiva investigación de las supersticiones del campo chileno que comparaba con las de su tierra natal.Leyendas que hablan de espíritus y fantasmas como la de los réprobos en noches de tempestad ,que mezclan sus lamentos con el silbido del viento y el grito aterrador del trueno .Son los asesinos y las victimas pecadoras que en vida fueron incapaces de un gesto de amor,condenadas a vagar eternamente por las montañas sin esperanza ya de redención.A los vivos sólo les resta rechazarlos con mágicas palabra cuando manifiestan su presencia:
"Se seus cristian,fate anans;
se seus da mala part,vatne via,
per Giusu,san Giusep e per Maria."
(dialecto piemontés).
Estas creencias marcaron fuertemente su poesía, en ella vemos como se mezcla el símbolo con las fábulas medievales y el canto fúnebre de leyendas que hablan de ángeles y brujerías.
El Poeta y su estilo.
El ritmo interior de sus versos es la eterna soledad del hombre que ha tomado conciencia trágica de la condición humana ,como resultado de la contemplación del perenne iluminarse de la vida y su fatal ocaso en la muerte.La fugacidad de los instantes de felicidad que dejan el alma sola,sola en su breve e inestable sueño, sola en su desconsolado llanto.
Volpe explica el mundo y lo ilumina de belleza.Aún cuando esta luz es angustia y tinieblas,sentimiento nocturno que es el carácter propio de la poesía italiana,a través del cual el poeta continúa el canto ininterrumpido de su tierra.
Como otros grandes escritores,Volpe anhelaba descubrir lo que el ojo humano no alcanza a ver.Quería saber ,quería entender ,quería ascender a ese mundo subterráneo del inconsciente en busca de respuestas que van más allá de la realidad aparente para desocultar el misterio escondido en lo que nos parece casual.
Su poesía está llena de metáforas y alegorías ,símbolos usados con un vigor y una fuerza fantásticos que lo hacen único y distinto; asimismo la duración de los versos y el reflexivo contenido hacen que su estilo sea a la vez universal y personal ,reflejando un ritmo musical que lo identifica, sin ninguna duda ,a la lectura de la primera estrofa .Por lo mismo es una poesía que no admite plagio.Me atrevo a afirmar que continuará siendo un estilo único a pesar de nuevas generaciones de poetas.
Hay artistas que podemos calificar como mediocres en su quehacer ,otros tienen talento,pero sólo unos pocos llevan en sí el fuego del genio poético y éste es el que tenía Volpe.Lamento que no se le haya dado en vida la importancia que tiene como poeta,pero esto suele suceder con los genios de todas las épocas ,incmprendidos por su enorme magnitud,que obscurece la visión de los cercanos.
Enrique Volpe Mossotti falleció el Jueves 9 de Mayo a las 10A.M. del 2002.,dejando inéditos 7 libros y 8 publicados ,entre estos últimos podemos contar: Crónica del Adelantado (poema épico mayor) ,Imperfecto Exilio,Días de sal y cenizas, Tierra Padana, etc.

Cristian Cruz, un hombre de la morada

Por Rodrigo Véliz


Cristian Cruz se presenta como un poeta donde la cotidianidad alcanza el punto, o el sentido de máxima de divinidad. Es un poeta que no usa el verso libre en rebeldía, más bien se conecta con la tradición poética, preocupándose de los detalles más íntimos de cada frase que conforman sus poemas.

Dentro de los poetas contemporáneos nacidos en el Valle de Aconcagua en los últimos 30 años, es sin duda el que más me sorprende Junto a Patricio Serey y su libro La razón que me da el ser vivo (San Felipe, 2002).

Cristian cruza silencioso por su memoria, desembocando - como diría Teillier- en la edad de oro de la infancia y el recuerdo. Reconozco en él un gran apego al tiempo perdido en el pasado y una gran ironía por el ahora.

Cruz también es de esos poetas que reconoce el trabajo de otros y rinde tributo a quien se lo mereces, es así como en el poema El Armado Enrique (La Fábula y el Tedio, 2003) recuerda a Enrique Volpe (1938-2002). Y es a partir del crea la predicción fantástica sobre el curso natural de la leyenda y una conexión natural con sus antepasados.

“En una carreta debe ir Enrique Volpe
seguro con su revolver
para enfrentarse a forasteros con aliento a pólvora. 
Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes
deben contarle historias sangrientas” 


La morada poética verdadera de del poeta Cruz es un enigma que sólo se podría resolver con la comprensión completas de sus obras, es así que creo que cuando el tiempo decante Cruz pasara a formar parte importante de la historia de nuestra literatura nacional.

El Armado Enrique

En una carreta debe ir Enrique Volpe
seguro con su revolver
para enfrentarse a forasteros con aliento a pólvora.

Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes
deben contarle historias sangrientas
o lo han hecho otro más
se dirigen con su banda a quemar el infierno,
todos los chocos y trabucos de antaño
se dispararon esa mañana,
dinos, dónde quedó el botín
a dónde se fueron los ecos de balas en la noche.


(La Fábula y el Tedio, 2003)


*Cristian Cruz nace en San Felipe en 1973.
Ha publicado: “Antología Clepsidra”de poesía, junto al grupo homónimo en 1997,
“Pequeño País” (poemas) Ediciones Casa de Barro 2000,
“Fervor del Regreso” (poemas) Ediciones del Temple 2002 y segunda edición 2004,
“Papeles en el Claroscuro” (crónicas) Ediciones Intendencia Regional de Valpo. 2003
y “La Fábula y el Tedio” (poemas) Ediciones EDEBÉ 2003.
 

Elogio al poeta y bandoleroPDFImprimir_CMN_EMAIL
Reinaldo Edmundo Marchant

Fue un poeta original: no se sabe de otro bardo que en tiempo de dictadura llevara al cinto un revólver. Con ese vozarrón cascado por el humo sempiterno de cigarrillos fuertes, no tenía empacho en desafiar al fascismo imperante, decía, y echaba mano al arma como una valiente demostración de osadía.


Enrique Volpe Mossotti ha sido uno de los poetas más delirantes que dio la historia de Chile. Alto y macizo como un plátano oriental, con ese acento de italiano de verdad, de piamontino genuino, los cigarrillos que nunca extinguía y los parlamentos infinitos, retrataban a un fanático conversador de dos temas infaltables: poesía y bandoleros, en ese orden.

Volpe pasará a la eternidad literaria por su indiscutida calidad de vate y por haber frecuentado los más febriles boliches bohemios, sin probar una pequeña copa de buen mosto, virtud que lo convierte en el campeón abstemio que superó la dañina insistencia de los viciosos.

Había que prepararse para charlar con él. La mezcla de ficción y realidad florecían en los manteles de la mesa. Y los cañones, las balas, esas increíbles historias en parcelas febrilmente soñadas, resultaban un festín para la fantasía cuando se recibían con hálito de ebrio. Costaba aguantarlo sano y cuerdo. Tanta bala y ruidos, crispaban los nervios.

Como nadie supo manejar a esos grupos achispados y enfiestados, que ya no razonaban hacia el atardecer por el aturdimiento de las cepas maulinas, y mientras los comensales – escritores todos-se daban cabezazos en las cubiertas de las mesas, sin soltar, naturalmente, los vasos con brebaje, él continuaba con narraciones inauditas de pumas, animales peligrosos, yerbateros, brujos, arrieros y bandoleros, que amenazaban el ganado en una tierra fértil cuya geografía estaba en su imaginario desbordante.

Afirmaba que dormía con un arma de fuego todas las noches, la que tenía a modo de peluche debajo de la almohada. La pistola era pequeña, con culata de nácar, y de día también la llevaba presta a desenvainar: era época de salteadores en los campos, y además las brujas hacían de las suyas. Eso comentaba.

Enrique Volpe se avecindó en Chile desde los diez años. Provenía de una ciudad italiana que tampoco jamás quedó esclarecida. La mejor manera de confirmar su ciudadanía europea era voceando ese acento siciliano que lo convirtió en una característica que aún se recuerda.

Tenía motivos para hablar de pájaros, animales y cuatreros: se dedicó a la vida campestre. Alucinaba con facinerosos y malhechores de ganado. En su novela “Responso para un bandolero”, este autor vertió todo el conocimiento y experiencia de la montaña, terruños, ríos, leyendas, arrieros, delincuentes rurales, que desfilan a través de las páginas casi como su alter ego.

Fue un poeta original: no se sabe de otro bardo que en tiempo de dictadura llevara al cinto un revólver. Con ese vozarrón cascado por el humo sempiterno de cigarrillos fuertes, no tenía empacho en desafiar al fascismo imperante, decía, y echaba mano al arma como una valiente demostración de osadía.

Pletórico de gestas y epopeyas, compartía sus andanzas y ensueños en veintenas de tabernas y lagares, cristalizando amistad con criollos yantares, parroquianos taciturnos y habitantes embebecidos por su oratoria y la chicha que salpicaba de las garrafas.

Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Juvencio Valle, Armando Uribe, Oreste Plath, y un largo etcétera de artistas se convirtieron en amistades y auditorio frecuentes, que oían con agrado al aedo de historias orilleras, y lo hacían no sólo por su incansable lengua, sino por el talento que demostró en su extraordinario libro “Crónica del Adelantado”, un precioso texto poético referido a Diego de Almagro, a su gesta y personal malaventura.

Este poemario recibió en los años noventa una singular y merecida acogida de la crítica que entonces existía, y el Ministerio de Educación lo declaró libro de interés educacional.

Con una prosa poética de alto estilo y forma, Volpe narra la vida y andanzas del descubridor de Chile, sin gloria, develando esa combinación de la ferocidad, lealtad con traición, ambición extrema y obediencia al Rey. Quien cuenta los hechos es precisamente Diego de Almagro, en la gran empresa de conquistar tierra y pertenencias ajenas.

Nadie, hasta esa fecha y hasta ahora, logró poetizar con singular talento una buena parte de la historia patria. Volpe lo hizo, empalideciendo a muchos connotados poetas de la época, y deslumbrando a quienes desconocían esa fuerza descomunal de conocimiento que cohabitaba con las gestas campesinas.

En un momento clave de este vuelo lírico aparecen comprimidas las realidades del cielo y la tierra, la vida y la muerte, la tragedia del hombre y el consuelo de las explicaciones Universales, momento de fino paladar para la garganta más estrecha.

Sin embargo, el libro contiene otros destellos brillantes, máxime cuando don Diego de Almagro habla desde el purgatorio y no en los infiernos como hubiera deseado algún enemigo. Volpe, tuvo piedad de él y de todos quienes ultrajaron ciudades extrañas.

“Crónicas del adelantado”, publicado por ediciones universitaria en 1990, es considerado por quienes aman, estudian y conocen de lírica, como uno de los textos poéticos más bellos que se hayan escrito en Chile.

Fallecido precozmente a los cincuenta y cinco años (2002), la formidable estampa de Enrique Volpe no ha pasado al olvido. Si bien se fue en silencio a sus pagos celestiales, sin homenaje ni reconocimiento alguno, todavía en la barra de un boliche nocturno, algún sobreviviente y buen samaritano alza la copa de la vid en su memoria, saluda al poeta y se deja llevar por las encendidas llamas de sus relatos.

El gran poeta, sigue armado hasta los dientes.


23/01/2009

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Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 150
Edición: 1a. ed.
Año: 1998
ISBN: 956-11-1378-3
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050


Del monte en la ladera (...) encierra en sus páginas un intento de poema descriptivo, Mahuida, donde precisamente se vuelve a la materia forestal en pleno, a toda orquesta. Es verdad que el título de este libro nos recuerda la imagen de fray Luis de León, de quien el escritor chileno tiene poco o nada; pero también lo es que, en rescate, Mahuida es todo lo autóctono que puede ser, en Chile, un poema escrito en lengua española. Mahuida es, en el idioma aborigen, montaña, pero especialmente la boscosa, la cubierta de árboles, donde reina un extraño silencio en que se siente palpitar la vida de la selva.

Edición cuidada y prologada por Manuel Silva Acevedo y Enrique Volpe.


IMPERFECTO EXILIO
ENRIQUE VOLPE MOSSOTTE
Ver Títulos
Edicion:, Año: 1997 
N° de Páginas: 108
Formato: 16 x 21 cm.
ISBN: 956-282-032-7
Editorial: LOM
Peso: 280 gr


Inserto en la gran tradición poética chilena, este poemario también reconoce raíces en la epopeya y en la égloga lírica mediterránea, redescubriendo los origenes míticos, órficos, religiosos y oníricos del poema.

ARTES Y LETRAS
Domingo 7 de Mayo de 2000

A propósito del "Chupacabras": 

El Piguchén, un Vampiro Nacional

Existe una larga tradición escrita y oral que da cuenta de la existencia del Piguchén, especie mamífera alada, que ha estado presente en la zoología mitológica chilena desde los primeros siglos, y que para alimentarse succiona la sangre a los animales.
Por Enrique Volpe

En estos días, los noticiarios de la televisión, las radios y los diarios nos traen las noticias de la aparición de un extraño animal que está causando un verdadero exterminio en las majadas en el desierto atacameño. Todas aparecen despojadas de su sangre, más bien con la sangre chupada. Frente a este hecho de por sí muy extraño y hasta ahora inexplicable, aparecieron los eternos opinantes esgrimiendo las teorías más absur-das. Hay quien asegura que se trata del famoso chupacabras que mata animales en los campos de México. Otros opinan que se trata de una especie de mandril habitante del desierto y que hasta ahora permanecía en el desconocimiento de los zoólogos. Otros opinan que se trata de una especie de canguro vampiro. Y no faltan los que quieran verlo como un extraterrestre que baja a la tierra para darse un festín con la sangre de las pobres bestias domésticas. Cada uno da su opinión, revistiendo sus palabras con una grave solemnidad.

A nadie, sin embargo, se le pasa por la mente echar una mirada al pasado, más bien a lazoología mitológica del Chile mágico, donde muchos de esos mitos casi siempre nacen de una realidad latente, a veces cruenta. Y entre los escasos monstruos mitológicos chupadores de sangre, en primer lugar, hay que situar al piuchén o piguchén, y luego al culebrón de las majadas que sólo les chupa la sangre a las cabras cuando le falta la leche. Estas dos bestias, muy pocas veces vistas, bastan para encontrar una respuesta a las depredaciones del supuesto "chupacabras".

Pihuichén en el lenguaje mapuche, según el libro "Voz de Arauco" del P. Ernesto Wilhelm de Moesbach, se trata de un pájaro vampiro. El sabio naturalista Juan Ignacio Molina, en su amena y nostálgica "Historia Natural y Civil de Chile", escrita desde su destierro, en Italia, nos describe más ampliamente al piguchén, dando por verídica su existencia. El lo llama piguchén y no vacila en clasificarlo como un "cuadrúpedo alado". "Tal es, por ejemplo, el piguchén, cuadrúpedo alado o especie de gran murciélago, que al existir en la realidad formaría uno de los eslabones o anillos que unen los pájaros con los cuadrúpedos..."

Después, el sabio naturalista nos entrega una descripción curiosa de cómo podría ser la figura de ese vampiro criollo. Nos dice que su tamaño podría ser como el del conejo casero y con una piel muy fina del color de la canela, con un hocico muy aguzado y los ojos grandes y redondos como los de los lagartos y que su cola es redonda y termina ancha como la de los peces. Su silbido es como el de las culebras y su vuelo es parecido al de las perdices. Se cree que hace su guarida en los huecos de los árboles viejos y de allí sólo sale en las horas nocturnas y no le causa mal a nadie, sólo a los insectos con que se alimenta. Luego de leer esta descripción del piuchén, no nos cabe dudas que el naturalista no le otorga ninguna peligrosidad a ese vampiro, y, menos aún, un origen satánico, como lo califican las leyendas vernáculas regionales.

Incluso Darwin. En su clásico libro "Mitos y supersticiones", don Julio Vicuña Cifuentes baraja varias opiniones sobre el piuchén, basado en datos que le entregaban los campesinos de las diferentes zonas de Chile. En la zona de Melipilla, a principios del recién pasado siglo, los habitantes, en ese entonces, con caminos imposibles pasando cuestas peligrosas más que nada por la presencia de bandoleros, para llegar a la Villa de San Gerónimo de Alhué, opinaban o aseguraban que el piuchén era una culebra que al pasar a vieja se transforma en una especie de rana de gran tamaño, con su cuerpo cubierto con un vello muy fino y con alas cortas que sólo le permiten vuelos breves. Pero sus patas al estilo de garras son muy fuertes y sus ojos son saltones con el fulgor maligno que causa espanto y a veces mata. Los campesinos de Alhué señalaban con certeza que se alimentaba con la sangre de las bestias y a veces de los hombres.

Según don Tomás Guevara, citado por Vicuña Cifuentes, respecto del piuchén, por tradiciones orales recogidas por él con los viejos mapuches, éstos decían que se trataba de un monstruo terrible con la forma de una gran culebra alada que sólo sale a volar durante la noche, de preferencia en la estación en la que salen los brotes de los robles. Emite unos silbidos largos que causan el pavor al que los escucha, y se alimenta con la sangre que les bebe a las bestias y también a las personas cuando las encuentra dormidas o desamparadas.

El enigmático cronista del diario El Obrero, en la ciudad de Ovalle, en el legendario Norte Chico, cuya firma era José Silvestre, muchas veces citado por su artículo titulado "Algo de la mitología zoológica en Ovalle", publicado con fecha 19 de febrero de 1904, nos dice que el piguchén tiene el pico y las alas como los de los loros y que anuncia su presencia con tres silbidos. En el artículo el autor nos entrega una fórmula para espantarlo y que consiste en colocar banderas blancas en los corrales al tiempo que se emiten silbidos por medio de una botella.

El científico Ricardo Latcham, también citado por Vicuña Cifuentes, nos dice y nos asegura que este vampiro existe en Chile desde siempre y que Darwin fue el primero en constatar su existencia, pues durante su viaje a lo largo de Chile tuvo la oportunidad, en la ciudad de Coquimbo, de obtener un ejemplar, el que llevó a Europa (no especifica si vivo o embalsamado) y que allí fue descrito científicamente por Water House en la "Zooología del Beagle" con el calificativo de Desmodus Dorbinyi. Según el libro, se trata de un vampiro que se alimenta chupándoles la sangre a los animales.

El maestro Oreste Plath en su magnífico libro clásico "Geografía del mito y la leyenda chilena", junto con confirmar lo expresado por los anteriores investigadores, si bien con leves variaciones, nos entrega una fórmula para espantarlo o matarlo si se presenta la ocasión. Se puede espantarlo soltando en el lugar de su última depredación una manada de chivatos viejos y malolientes, pues se sabe que el fuerte olor de la sangre de esos chivatos lo marea y le causa un gran asco. Lo de matarlo parece más inverosímil, pues se trataría de ubicar el árbol viejo donde tiene su escondite y durante el día, cuando duerme, tapar con una malla fuerte ese árbol y luego prenderle fuego.

Un villorrio y algo más

Sólo a unos pocos kilómetros montaña arriba del pueblo de Putaendo se halla un villorrio campesino con el nombre de Piguchén. En las cumbres de sus cerros casi enteramente despojados de vegetación, se pueden divisar a ojo de buen entendedor pequeñas cavernas naturales y también bocaminas de vetas coloniales abandonadas. Según tradición recogida de modo oral en la zona, en diálogos con campesinos viejos, o en su quinta taller en El Callejón o Portalones de Juan Rosas, con el pintor Raúl Pizarro, uno de los más doctos conocedores de las tradiciones campesinas de su tierra, en el tiempo de la llegada de los primeros españoles a la tierra de Aconcagua, en esos cerros entonces habitados por indios chiquillanes había muchos piuchenes que les bebían la sangre a las ovejas de la tierra y también a los hombres. De allí el nombre de ese villorrio al pie de la montaña.

En la tradición oral de Santiago Norte, más específicamente lo que ahora es la comuna de Renca, cuando era una pequeña parroquia de indios, en el lugar donde antaño se alzaban los muros de lo que fue la bella iglesia del Cristo del Espino, al pie del cerro grande de Renca, construida por los frailes franciscanos en un terreno donde antes existió un cementerio de indios, se cuenta que en el tiempo de las misiones solía llegar para oficiar misa un famoso orador de la orden de los dominicanos. Su nombre se pierde en la nebulosa del tiempo, pero se sabe que era un orador famoso en Santiago y alrededores; un verdadero pico de oro en las prédicas de la fe. Pero ese orador en sus prédicas se exaltaba en arrebatos místicos que causaban pavor a los feligreses, de por sí seres simples, pues aseguraba que el diablo se había aposentado en esa tierra bajo la forma de un piguchén, y que sin duda un día les bebería la sangre a todos los peores pecadores y después arrastraría sus almas al infierno.

Los más afamados payadores del 800, que vendían sus liras populares contando en versos vulgares los hechos de actualidad como crímenes, amores infieles, apariciones del diablo, o los duendes burlones que casi siempre se aparecían en el barrio de La Cañadilla, o el nacimiento de fenómenos como niños o terneros con dos cabezas, a veces solían nombrar al piguchén en forma simbólica, como lo muestra en una de sus estrofas el famoso poeta Bernardino Gajardo cuando dice:

Si las canchas se prohíben
y los billares también,
arreglen un piguchén,
los que de la usura viven...

Los sucesos de Aculeo en 1980

El verano de 1980, luego que hacía más de sesenta años que nadie en la zona había escuchado decir de depredaciones cometidas por el piguchén, hizo su cruenta aparición en el Cajón de Aculeo. Me tocó ser testigo del hecho que al parecer no tenía una explicación lógica. Recuerdo la vaquilla tendida en el costado de una suave ladera arbolada con las más diversas especies de árboles nativos. Su muerte había ocurrido hacía unas pocas horas, y al contemplar en detalle su cadáver se le podía notar en la testuz una cicatriz casi minúscula, como hecha con una gran aguja cañamera, de la cual no había manado ni una sola gota de sangre. La bestia estaba totalmente desangrada, pero a unos mal contados cien metros más arriba, junto a un avaro chorro de agua y a la sombra de un enorme belloto de más de treinta metros de altura estaba la sangre vomitada o defecada; dos grandes charcos aún frescos sobre los cuales revoloteaban casi enloquecidos dos enjambres de abejas silvestres.

En el transcurso de una semana a contar desde el hallazgo de la vaquilla desangrada fueron encontrados otros tres vacunos de mediana alzada también sin sangre, y cerca, otros charcos de sangre. En esos cerros con vegetación casi lujuriante, de vez en vez se producían las muertes de animales casi siempre debidas a los pumas, otras veces a los perros alzados. Aquí es indispensable especificar que en Chile no hay perros salvajes, como pretenden algunos de los entendidos que opinan con argumentos sin ton ni son. Los que recorren los cerros matando el ganado son perros caseros que fueron corridos de los ranchos en el tiempo de las carestías, cuando se hace difícil la mantención de las personas y de los animales. Otras veces en las tierras más altas, son los cóndores los que atacan a bestias agonizantes, picoteándolas en los ojos y desgarrándoles el ano de donde les devoran las tripas. Pero todos son carnívoros y no chupadores de sangre. Al producirse esas últimas muertes, un viejo campesino típicamente aculeguano que en años mejores había sido mayordomo de ganado lanar, aconsejó que para alejar al piuchén de esas tierras pobres era indispensable recurrir a la sapiencia del viejo meico en hierbas y también brujo de varios colores según la ocasión que era Valentín Gárate, cuya casa se ubicaba en una gran quebrada cercana. El hecho ocurrió a principios de 1980 y Gárate falleció al año siguiente con casi noventa años de edad. Gárate accedió a indicar el modo preciso de cómo alejar al piuchén de esos campos. La fórmula era la de soltar en el lugar de las depredaciones un piño de unos ocho o doce chivatos viejos, pues es sabido que al pájaro vampiro le causa repulsión el olor fuerte de la sangre ca-liente de los chivatos, pero a la vez también se hacía necesario que algún valiente se encargara de ubicarse al inicio de la quebrada, y al caer las primeras sombras que anuncian la noche hiciera sonar durante unas dos horas, y esto durante tres días, un cuerno de buey, pues se sabe que su sonido lúgubre espanta al piguchén.

Pero don Valentín Gárate era un convencido de que bajo la forma del piuchén podía estar oculto el famoso Marqués de Faramalla, que es el diablo vernáculo que recorre la zona tanto de Alhué como la del Cajón de Aculeo, por lo cual al ritual práctico había que complementarlo con un conjuro a la presencia satánica, y consistía en formar una cruz con dos ramas gruesas de palqui (vegetal que tiene el poder de aturdir y espantar a las culebras, símbolos del satanismo) unidas con una hebra de lana roja también gruesa entre la cual, antes de cerrar el nudo, hay que colocar vertical una ramita cruzada de romero de Castilla, verde. Y al inicio de la quebrada se hace un montículo con tierra bruta formada con hojas podridas de árboles de mala sombra como son el litre y la patagua, y sobre ese montículo que simbólicamente representa al monte Calvario se clava la cruz y al pie de ella se enciende una vela bendecida mientras se reza ese poderoso conjuro que es las Doce palabras redobladas, y al finalizar esa oración, rezarla otra vez a la inversa, pero en voz alta, insultando en forma burlesca al diablo. En esa ocasión se cumplieron las indicaciones del hierbatero y al cabo de una semana que se soltaron unos cuantos vacunos en el lugar, al ser revisados se constató que no faltaba ninguno, señal de que el piuchén había hecho abandono del lugar y que el procedimiento había dado resultado. Todo esto nos viene a demostrar que no hace falta buscar una respuesta en mitologías foráneas, ni inventar monstruos absurdos por lo inverosímiles y que en esta tierra larga y angosta, sus viejos mitos zoológicos, muchas veces señalados en las piedras andinas dibujadas por los primeros pobladores en las vastedades desoladas de las cordilleras, pueden convertirse en realidades.

ARTES Y LETRAS
Domingo 24 de Octubre de 2004

HOMENAJE. Palabras sobre Enrique Volpe: 

Mi ceniza no ha sido profanada 

Una visión sobre la obra literaria de Volpe que abarcó diversos ámbitos.

LORENZO PEIRANO

¿Qué recordaremos de un poeta italiano avecindado en Chile desde los doce años de edad? ¿Qué diremos de Enrique Volpe? Tenemos, por el momento, dos versiones (entrecruzadas) de su persona. La primera corresponde a su "quehacer poético", a su vocación épica, inconmensurable. La segunda se refiere (lo intenta) a lo que pervive en nuestra memoria de su trato, de sus gestos, de su voz caudalosa. Determinados objetos caen al suelo: una cortapluma Victorinox, un llavero colgante, una pistola Beretta. Determinadas historias, narradas entre incontables cigarrillos y tazas de café, ya no se escuchan. Enrique Volpe murió en Santiago, a las diez de la mañana del 9 de mayo de 2002; había nacido el 27 de octubre de 1938, en Vercelli (Piamonte).

Un libro notable

Los datos de su muerte, exactos, tristes y fríos, nos causan asombro (todavía nos causan asombro). Aquel 9 de mayo Volpe se disponía a visitar a su amigo "compatriota", el escritor Gianni Migliano. No pudo ser. Luego, en el crematorio, veríamos a sus pares en la despedida final: Mardoqueo Cáceres, Fernando Quilodrán, Roberto Araya Gallegos... La muerte de Volpe fue sorpresiva, increíble, como también fue increíble su vida, repartida -al igual que la vida de Encina- entre el campo y "la actividad literaria". ¡Y qué actividad literaria! Enrique Volpe escribió un poema épico sobre el descubrimiento de Chile; esa fue, sin duda, una forma de demostrarnos cómo sentía a nuestro país (aunque, por supuesto, no es la única lectura del libro). La "Crónica del Adelantado" llegó a la imprenta en 1990, en un tiraje de 500 ejemplares. Volpe esperaba el Premio Municipal; sólo recibió una mención honrosa. El dictamen le dolió. Nos dijo en aquel tiempo que su poema no había sido valorado. Un año más tarde sería declarado "material didáctico de consulta para la educación chilena" y, en 1994, Editorial Universitaria lo reeditaría precedido de una carta abierta del poeta Armando Uribe.

Enemigo de la antipoesía, a la que veía como un despeñadero de frustración, Enrique Volpe escribió, antes y después de la "Crónica del Adelantado", otros libros. El primero, "Cabaña entre las Rosas", apareció en 1960. Fue allí donde el poeta itálico enfrentó la mayor dificultad: utilizar un idioma ajeno para su expresión. Volpe rescató de ese primer intento la fuerza metafórica y la potencia verbal, entendiendo que sus resultados no podían compararse con las obras de los poetas de su generación. Empezaría entonces un camino hacia una poesía de mayor peso, y que implicaba, necesariamente, un distanciamiento del ambiente literario, "tan lleno de miserias humanas", según sus propias palabras.

Conversaciones

Los precedentes que tuvo en cuenta Enrique Volpe para tratar la empresa de Diego de Almagro -quien en abril de 1536 llegara al valle de Copiapó- fueron "La Araucana", de Alonso de Ercilla (nuestra Eneida, como escribiera Andrés Bello), y "Arauco Domado", de Pedro de Oña. No obstante, la imaginación primó en este singular poema. Tras sortear múltiples problemas técnicos, donde "la parte narrativa era la trampa mortal", Volpe llegó a un resultado sorprendente: más de dos mil versos teñidos de pumas y espejos en los cuales el mismo Diego de Almagro nos habla de su infortunio. Y es que nuestro poeta consideraba al Adelantado español "un personaje injustamente olvidado por la historia, un antihéroe de 63 años con llagas en el cuerpo; un hombre que avanzó por terrenos desconocidos a filo de espada". Alguien propuso que en la Crónica había una especie de "invasión de las razas indígenas", cosa que indignó a Volpe, y que a nosotros nos parece irrelevante. Basta una atenta lectura del libro para comprender que éste apunta a la chilenidad en su esencia. No en vano encontramos en sus páginas a Gonzalo Calvo de Barrientos: "el primer español llegado a Chile y el primer padre de la mestiza raza chilena".

Los influjos de otros poetas que coexisten en la poesía de Volpe (aquí también aludimos a los libros "Viernes Santo", "Tierra Padana" e "Imperfecto Exilio") son variados. Hallamos, por ejemplo, aquel "golpear de sangre exaltada" de Dino Campana, así como la "rica sequedad" de Eugenio Montale. La presencia de Antonio de Undurraga de igual manera es evidente ("un diálogo invisible"). A esto sumemos otros elementos: su relación con payadores, ex bandidos o antiguos patriarcas campesinos como Luis Pastén, quien "representaba lo hidalgo con ojotas y hasta con harapos". Porque Volpe anhelaba, perseguía lo chileno, aquello que lo podía unir a nuestra patria: "Chile, como gota de rocío en el cuenco de una piedra: /Chile es el nombre indiano de esta tierra larga/ que cabe en el trino helado de un pájaro salvaje"... Y es que en su epopeya el poeta también se prolongó; su amor por las armas de fuego, transformado en un "dócil cuerpo de greda de una mujer india"; o aquel felino "que los indios llaman puma", y que para Volpe significaba "el alma bravía e indomable de la cordillera".

Alejándonos ahora de este tal vez somero análisis, la presencia de Enrique Volpe regresa con su excelente humor, con su inclinación a la buena mesa, y con sus recuerdos de Italia (de una Italia que suponía ya muy cambiada). Durante la guerra, en la infancia, solía recoger manzanillas con su bisabuela, Guiseppina Alessio; la conmovía escuchar "Las muchachas de Trieste"; amaba, por sobre todo, a su madre; y practicaba ese ya casi perdido "culto a la amistad".

Con nostalgia recordamos aquellos miércoles lejanos; tardes en las que compartía con el poeta Jorge Teillier; tardes en las que se evocaban nombres malditos: Boris Calderón, Carlos de Rokha, Enrique Rebolledo Sánchez (alias "El chilenito"). Horas en las que se revivían los viejos tiempos, en las que se hablaba realmente de poesía, y en las que Volpe transmitía los saludos enviados por Efraín Barquero desde Francia. Cuántas conversaciones retenemos en la memoria: los poetas crepusculares: Sergio Corazzini ("O mia piccola dolce casa"), Guido Gozzano ("La bellezza del giorno/e tutta mel mattino"). Ambiente alucinado, brumoso debido al humo de los cigarrillos (humo que formaba rostros ausentes). Historias transcurridas en el campo, entre las quebradas al anochecer: apariciones, experiencias sobrenaturales; maleficios causados por brujos chilenos (según Volpe, los más poderosos de América). Muchas veces nos recalcaba el privilegio de ser los habitantes de un territorio casi virgen del planeta, aunque reconocía un mejor pasado. Lamentaba que la corrupción hubiese llegado a las grandes ciudades; pero repetía con fuerza (citando a Mariano Latorre) que Chile, afortunadamente, es un país de rincones.

Con intensidad trataba de explicar sus procesos poéticos (escribió también narrativa). Nos dijo que en la Crónica del Adelantado lo había dejado todo. Sus ojos azules se dilataban cuando hablaba de "la mecánica mágica", o de "una épica en el tiempo sin tiempo, para así llegar al tiempo nuestro". Expresaba sus ideas de manera original: "la corriente interna", "el tiempo operístico". Quizás lo obsesionaba un poco la unidad y la esperanza en "los lectores del futuro" (Charles Cros). Su formación autodidacta lo había enriquecido con múltiples lecturas.

Le gustaba compartir sus conocimientos; pero con cierta timidez, a pesar de su marcado acento italiano con las erres del norte. "Yo estudié en una escuela agrícola mediocre de Linares", comentaba sonriente. Dividido entre las labores del campo y su deambular por la ciudad (parte de su "quehacer poético"), Enrique Volpe alentó una atmósfera que echamos de menos. Sentimos que hablar de su persona siempre será una deuda y un abrazo imposible.

La inocencia y la generosidad primaron en él. Se fueron las conversaciones; se alejó el aroma de las castañas asadas en invierno. Un hombre alto y corpulento ya no pronuncia el nombre de sus amigos, ni comenta los sucesos de la vida con una mezcla de ímpetu y respeto.

EL HOMBRE EN LA MONTAÑA

Edgardo Garrido Merino
Editorial Universitaria

Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 283
Edición: 1a. ed.
Año: 1999
ISBN: 956-11-1457-7
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050

“‘No ocurre muchas veces un hecho tan estimable: que un escritor americano venga a España, se sature de su espíritu, ahonde en el alma de las cosas y las personas, y produzca un libro tan español como pudiera escribirlo el más español de los escritores".

"Esto es lo que ha realizado don Edgardo Garrido Merino, chileno de nación, cuya novela El hombre en la montaña anda por ahí, por las librerías, desde hace algunas semanas".

"Con estos elogiosos términos comenzaba el artículo que escribió el renombrado crítico español José María Salaverría cuando se publicó el libro de Garrido...”.

Raúl Silva Castro, en Panorama Literario de Chile, Editorial Universitaria, 1961. Prólogo a cargo de Enrique Volpe.


Enrique Volpe:
El silencio lleno de armonía


A mi modo de ver, la era de la computación significa para la creación poética su decadencia definitiva; el creador domesticado por una máquina regulada por la matemática casi perfecta. Una invasión a las últimas reservas espirituales del hombre poeta. El lápiz silencioso y la mano guiada por la mente, en un coloquio con el infinito, son casi los instrumentos sagrados que nos permiten penetrar en pequeños mundos o en esa dimensión que nunca podrá ser creada por las máquinas. Esa dimensión que en breves momentos, tan vastos como el infinito, nos convierten en habitantes maravillados de esos mundos o en los rincones más secretos de nuestras propias almas. Los signos de las palabras, trazados sobre una hoja en blanco, son como poblar un desierto con las imágenes o figuras a veces esperpénticas, otras veces angelicales, que representan las realidades y los sueños. O el intento de asediar las profecías. Lejos de las máquinas, grabados con dibujos en las rocas andinas, están escritos los grandes poemas épicos de la América morena. En estos poemas, los poetas anónimos cuyos nombres no conoceremos nunca, dejaron escritas las historias de las tierras, de las razas que poblaban esas tierras y de los dioses primitivos que regían el destino de esas tierras. Me confieso hombre carente de conocimientos sobre computación, pero el signo grabado en la piedra es como una ventana que se abre para hacernos soñar con mundos de fábulas que se eternizan en el tiempo, frente al veloz olvido de las máquinas. Amo el silencio lleno de armonía y de voces que acompañan al creador en la soledad necesaria para un coloquio con el infinito.

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JUANA LUCERO 

Augusto D´Halmar
Editorial Universitaria

 

Formato: 13,5 x
Páginas: 216
Edición: 2a. ed.
Año: 2000
ISBN: 956-11-1252-3


Juana Lucero ha sido llamada una y acaso la inicial novela naturalista en Chile. Clasificaciones de escuela. Podría llamársela relato de costumbres o criollismo urbano o cuestión de trascendencia social. Malentendidos.

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Prólogo de Enrique Volpe.


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domingo, 28 de marzo de 2010

EN BANDIDO EN LA LITERATURA CHILENA

EL BANDIDO EN LA LITERATURA CHILENA

por Enrique Volpe


En las primeras décadas del presente siglo, el cantar de los poetas populares que leían sus versos y vendían sus liras en estaciones y cantinas, entre las temáticas, de preferencia alusiva a crímenes pasionales o apariciones satánicas, de vez en cuando versificaban los crueles salteos que se producían en las localidades rurales. Uno de los más divulgados fue el famoso salteo de Chicureo el año 1926. A esta altura del tiempo con una delincuencia creciente y muchas veces disfrazada de legalidad, el recuerdo de los antiguos salteadores campesinos, es solo un nudo confuso donde la leyenda mítica se cubre de una espesa bruma. En los cementerios anónimos de las vastas serranías, bajo la sombra maléfica de las pataguas, junto altos huesos cariados de los últimos bandoleros, se oxidan los chocos (carabinas recortadas), los corvos y las dagas.


EL ESPACIO LITERARIO

Necesariamente el bandido de los campos, tuvo que ocupar su propio espacio en la literatura chilena, tanto en la prosa como en la poesía, si bien las primeras estampas de los primitivos bandoleros, nos fueron entregadas por la pluma siempre amena del historiador Benjamín Vicuña Mackenna, en sus libros Historias de Santiago y La Guerra a Muerte.

En sus páginas resucitan las figuras legendarias del Cenizo, de José Miguel Neira, del cura montonero Ferrabu, de los Hermanos Pincheira y algunos otros. Muchos años después, otro historiador novelista, Rene León Echaiz, con su libro El Bandido Neira, nos entrega la historia, del que sin duda, fue el primer bandolero de importancia, nacido en Cumpeo en tierras de Curico, que de humilde pastor de ovejas, paso a comandar a las feroces cuadrillas de bandidos pelacaras que operaban en los Cerrillos de Teno, y que, luego por servicios prestados a la causa patriota, vistiera el uniforme de coronel de la nueva Republica.

Ya en el campo de ficción, el gran maestro del tema es el escritor Rafael Maluenda que nos deja unos cuentos magistrales y una breve novela sobre las aventuras y desventuras del bandolero talquino Ciriaco Contreras, todo esto reunido en su libro Historias de Bandidos. Mariano Latorre en sus libros de cuentos y en su novela Zurzulita más de una vez aborda el tema de los bandidos. Recordemos su cuento “Domingo Persona”, de su libro Hombres y Zorros y en Mapu, el dramático cuadro de barbarie “Mariman y el cazador de hombres” en que un indómito mestizo cae, haciéndole pelea a los carabineros, mas bien al sargento Suárez que es el cazador de bandidos.

El escritor militar Olegario Lazo Baeza, evoca el tiempo bravío cuando se formo un escuadrón de Carabineros del Ejército para combatir a las numerosas bandas de salteadores de la zona minera del Norte Chico, en su cuento “Complot”. Andrés Sabella en Norte Grande, con fuertes pinceladas de poético dramatismo nos describe las estampas de algunos alucinantes bandidos del desierto, como Silverio Lazo, conocido como Silverio Lazo, conocido El Chichero, El Picoteado, El Rancho, El Colorado y unos pocos mas; todos seres fatalistas que enarbolando el corvo, penetraban en la muerte como quien cumple un rito sagrado.

Otro de los narradores chilenos que supo penetrar en el mundo del bandolerismo, es Oscar Castro. Como muestra de su sentido de la epopeya, esta su intenso cuento El último disparo del Negro Chávez. El conocido escritor Manuel Rojas, logra otra dimensión del tiempo cuando nos describe al salteador que habita en los arrabales santiaguinos y que esporádicamente sale a los campos para cometer sus asaltos, con sus cuentos Bandidos en los Caminos.


EL ÑATO ELOY

Una de las obras cumbres sobre el bandolerismo es la novela Eloy de Carlos Droguett, basada en la vida azarosa del bandido Eleodoro Hernández Astudillo, alias El Ñato Eloy abatido el año 1941 en una carbonera al interior de los cerros de Buin. La trama de esta novela, que ha sido traducida a diversos idiomas, es el recuento de su propia existencia, hecha por el bandido en las lentas horas preliminares a su muerte cuando ya se encontraba cercado por los detectives rurales. Otra novela documento de una época social marcada por el favoritismo clasista y por las múltiples anomalías del Poder Judicial es La Huella del Bandolero cuyos autores son el escritor Manuel Guerrero y el abogado rancagüino Raúl Miranda. Esta obra se basa en la vida y el calvario judicial de Abraham Toro Díaz, conocido como El Torito, bandido legendario originario de Pencahue. También cabe señalar la breve y acertada figura de un bandolero rural en la novela Angurrientos de Juan Godoy, donde bajo el nombre de Aparicio Catalán, esta el bandido Chicureo Segundo del Carmen Catalán El Corralero, personaje muy conocido por el suscrito, y caso curioso de un campesino analfabeto que de niño trabajo como pastor de cabras y luego se dio a la huella del bandolerismo, terminando sus días, a edad muy avanzada, ya convertido en mediano rentista recoletano, en ameno charlador y apasionado lector de los escritores criolitas. Varios autores mas, trataron con altura creadora el tema de los bandidos: Eduardo Bello, Lautaro Yankas, Luis Durand, y en nuestros días algunos de los acertados cuentos de Guillermo Blanco en su obra Cuero de Diablo.


TAMBIEN EN VERSOS

En el campo de la poesía culta habrá que señalar el poema Responso nocturno a Pedro Bermejo, bandido, de Oscar Castro, a mi modo de ver la más acertada poesía sobre bandoleros, Con voz poderosa donde se entremezclan la fuerte raíz vernácula con una metafísica de buena ley. Pablo de Rokha nos entrega su Escritura de Raimundo Contreras. En sus Romances de Tierras Altas, el poeta Carlos Prendez Saldias despliega la estampa de un bandido cordillerano en “Emilio Cortes”. Manuel Francisco Mesa Seco, en su libro Brújula Celeste, nos cuenta la captura de un bandolero linarense de origen pehuenche Fuentemavida. Desde la tierra de Aconcagua desentierra los huesos olvidados del feroz bandido conocido como el Rucio Herminio, hijo de un cuatrero y de una gitana, y quizás el mas temible bandido que haya asolado los feroces campos aconcagüinos.


* Escritor italo-chileno, poeta, cronista, cuentista y novelista. Cautivante charlador.

sábado, 25 de abril de 2009

ENRIQUE VOLPE:

Lo Bandolero y lo Culinario
Por Cristián Cruz

Razones tenía Enrique Volpe para definirse un depositario del mundo de los bandoleros en Chile, ya que desde su tierra Padana , esa cuna natal , los bandoleros asolaron sus primeros lares de Italia.
Señero creador de cuentos y poemas, Volpe transitó su vida por los senderos más escondidos del [Photo]zona central de Chile, desde la séptima región , hasta la zona de Aconcagua donde cursó sus estudios secundarios en la Escuela Agrícola de Catemu. Es allí donde toma cariño y se identifica con la región cordillerana, es allí donde acrecienta su gusto por el tema casi epopéyico de los bandoleros a quien él consideraba, un personaje de fábulas y de historias respetables, a pesar de las fechorías y calamidades que dejaron tras de si. Enrique Volpe era un gran conocedor de las bitácoras delictivas del pasado de estos personajes, y de ello dan muestra sus libros recopilatorios sobre este tema. Conocido es su "Responso para un Bandolero" de 1997 , donde cuenta en forma de crónica y entrevista la vida de un bandolero retirado de las pistas, cuyo lugar de operaciones era el desaparecido Caleu, en la comuna de Colina, localidad ya desecha por proyectos inmobiliarios de altos ingresos y que de nada saben de este ser, que Volpe rescata del olvido y de la maraña del tiempo. Como poeta logró también lo suyo , escribió el ya mítico poemario las "Crónicas del Adelantado" una especie de crónica poética sobre la llegada de Diego de Almagro al desierto chileno, y en donde utiliza la epopeya como soporte escritural, modelo ya dejado de lado por las nuevas formas comunicativas literarias . Obtuvo varios premios literarios que si bien, para él sólo eran un accidente más en este oficio, valieron y hablaron de la calidad de escritor que se desarrollaba tras esta obra. Entre ellos destacan el premio Municipal de Santiago en 1995, por las "Crónica del Adelantado", el premio Gabriela Mistral en 1997 por su poemario "Imperfecto Exilio" y el premio Alerce de la Sociedad de Escritores de Chile por su novela "Un capitán Galopa por las fronteras del Infierno" .
Obra maciza la de este caminante observador de los rincones más inhóspitos de los valles interiores, serranías y cabreríos cordilleranos , donde siempre descubría una temática digna de ser escrita para la pupila del lector. En cuanto a su don por el conocimiento de la cocina chilena tenemos bastantes testimonios de sus andanzas por las mesas de restoranes y picadas de ciudades y pequeños pueblos y caseríos. Mencionados son sus banquetes en el Típico restaurante las Panchas de San Felipe, donde se comía como su antecesor, el poeta Pablo de Rokha, las grandiosas parrilladas y picadas de chunchules fritos acompañados de ají cacho de cabra y del buen vino de la casa. O de las longanizas chillanejas que comía apenas llegaban a sus manos a capela, junto a un trozo de pan y harto aguante. Muchas veces se le vio acompañado de distintos poetas chilenos por los lares de Putaendo o Almendral visitando y practicando el arte de comer, entre ellos se puede nombrar a Efraín Barquero o Francisco Vejar entre otros, que de seguro contemplaban como el tremendo Volpe o el Armado padrino Volpe como le decía Jorge Teillier, daba por terminado un enjundioso plato de arrollado a la chilena con unas prietas bien asadas a la parrilla y el infaltable puré maquillado con pebre cuchareado de tentación. Sin lugar a dudas este amante de la cocina, de los bandoleros y por sobre todo de el manejo diestro de la palabra nos hace mucha falta en este mundo, donde las apariencias superan la realidad y donde el juego literario más parece una mafia de figuraciones que una hermandad que de seguro predicaba este amante de la epopeya en la poesia Chilena. Epístola frente a un Espejo Roto
(inédito - fragmentos) CANTO 7 Siempre soñar como en un juego que no concluye,
entre la vida y la muerte; un mover con mano temblorosa
esas figuras del destino, sintiendo que somos
los esclavos del ocio espiritual, recostados en una silla destartalada
escribiendo esta larga epístola como un adiós,
mientras me parece contemplar tu bello rostro para siempre ausente. CANTO 10 ...El otoño es un viejo sueño multiplicado
por todas esas muertes que llevamos en el alma
como una linterna de pupilas desgarradas
que ilumina la fértil oscuridad
en el implacable laberinto del enigma...
... ¿ dónde estás mujer de sueños, siempre encadenada
a mi angustia de hombre asediado por una vida
que no amo, y siempre pulsando corazón adentro,
el cordaje de una cítara de agua triste?...

domingo, 12 de abril de 2009

RELOJ DE SEMILLAS


El verano madura en los nidos de las loicas
con pequeñas señales: linternas de plumas errantes
en la noche solar de las hojas, buscando en las cortezas
llagadas de años, el paraíso de la larva;
su rápido sol de podredumbre.



Los destrozados cántaros de la sequía
afirmados contra las murallas grises
de un horizonte de piedras áridas. El arrepentimiento
de los ángeles ante la agonía
del vegetal sediento; la flecha del pastor
enterrada en el corazón del relámpago húmedo
del gato montés; son los signos:
consumación de lentos fuegos,
en un desierto de surtidores extintos.



Tedioso verano; el corazón ardiendo entre rojas guitarras
sabe de la agonía de la tierra: estremecimiento
de germinales aguas subterráneas
en busca de círculos de fecundación. Aullido
salvaje de semilla desgarrada, sobre
los anillos de la luz. Hay que leer la vida
de santos anacoretas,
o textos de botánica para comprender
que los árboles y las bestias así como los hombres
tienen su infierno y su paraíso.



Cautivar el alma en su reloj de semillas
y sentir en la soledad el tiempo de la tierra;
el latido de su profundo corazón de fecundaciones.



ENRIQUE VOLPE (19769

martes, 7 de abril de 2009

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Note: This list only includes materials selected by the Latin American and Iberian Resources Bibliographer.




Chile

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jueves 16 de octubre de 2008

ENCUENTRO DE PINTURA Y POESÍA - Nostalgias Sin Retorno - Artistas y Poetas Italo - Chilenos.

El día 29 de Octubre se inaugura este encuentro de Pintura y Poesía convocado por la Asociación de Escritores Italo Chilenos y organizada por el Istituto Italiano di Cultura.

Esta interesante muestra reúne a destacados artistas nacionales de origen italiano en el ámbito de la plástica y las letras logrando una armónica sincronía de contenidos y variadas expresiones cuya temática fundamental es la experiencia de la emigración como vivencia personal, colectiva o familiar.

Estas obras y poemas han inspirado además a la cantante y compositora Gloria Bianchi quien ha musicalizado algunas de estas obras, las cuáles serán interpretadas el día de la inauguración.

Artistas plásticos participantes:
Robinson Avello, Cecilia Casanova, Felipe Drago, Maritza Gaioli, Carolina Henríquez, Inés Lazzaro, Santiago Perez, Michelle Piaggio, Flavia Rebori, Arianna Rosso y Paula Veas.

Poetas:
Anna María Barbera, Cecilia Casanova, Maritza Gaioli, Juan Antonio Massone, Gianni Migliano, Ennio Moltedo, Humberto Silva Morelli, Renzo Rosso Heydel, Enrique Volpe y Raúl Zurita.

La muestra estará abierta al público hasta el 19 de Diciembre en horario de Lunes a Jueves de 9:00 a 17:30 y Viernes de 9:00 a 13:00 en la sede del IIC ubicada en Triana 843, Metro estación Salvador.

Puede ampliar las imágenes del tríptico y LEER LAS POESÍAS Aquí:

PROGRAMA

ENCUENTRO

DE NARRATIVA POLICIAL LATINOAMERICANA

Santiago, 17, 18 y 19 de abril de 2002.

Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional, en Santiago

Centro Cultural La Sebastiana de la Fundación Pablo Neruda, en Valparaíso

Organiza

Corporación Letras de Chile

Auspician

Consejo Nacional del Libro y la Lectura

Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, DIBAM

Patrocina

Departamento de Cultura SEREMI de Educación Región Metropolitana.

Colaboran

Carrera de Castellano de Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha,

Centro Cultural La Sebastiana de la Fundación Pablo Neruda, Valparaíso,

Editorial Lom y Mosquito Editores.



Mesa Luis Enrique Délano *

18:00 horas. Sala Ercilla Biblioteca Nacional

Presentador:

Fernando Jerez

Expositores:

Rafael Ramírez (Escritor, México)

Antonio Rojas Gómez (Escritor, Chile)

Magda Sepúlveda (Profesora de la Universidad Católica de Chile).

Enrique Volpe (Escritor, Chile)

José Román (Escritor, Chile).



Mesa Luis Enrique Délano *

18:00 horas. Sala Ercilla Biblioteca Nacional

Presentador:

Fernando Jerez

Expositores:

Rafael Ramírez (Escritor, México)

Antonio Rojas Gómez (Escritor, Chile)

Magda Sepúlveda (Profesora de la Universidad Católica de Chile).

Enrique Volpe (Escritor, Chile)

José Román (Escritor, Chile).
CANCIONES DE ARAUCO

Samuel Lillo
Editorial Universitaria

Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 140
Edición: 1a. ed
Año: 1996
ISBN: 956-11-1248-5
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050

“Ninguno como el autor de Canciones de Arauco puede llamarse mejor que él un poeta nacional. Rudo y fuerte como nuestra tierra, sin los refinamientos que caracterizan a otras naciones en estado de decadencia, sus palabras tienen la espontánea agilidad e incomparable sencillez de toda palabra joven aún, no estragada por un largo vivir...”, Fernando Santiván, la Unión, 4 de abril de 1908.

Prólogo a cargo de Enrique Volpe.

IMPERFECTO EXILIO
ENRIQUE VOLPE MOSSOTTE
Ver Títulos
Edicion:, Año: 1997
N° de Páginas: 108
Formato: 16 x 21 cm.
ISBN: 956-282-032-7
Editorial: LOM
Peso: 280 gr


Inserto en la gran tradición poética chilena, este poemario también reconoce raíces en la epopeya y en la égloga lírica mediterránea, redescubriendo los origenes míticos, órficos, religiosos y oníricos del poema.

Formato Precio

Impreso Internet: $5.800 (US$10,09)
EL HOMBRE EN LA MONTAÑA

Edgardo Garrido Merino
Editorial Universitaria

Formato: 13,5 x 21,5 cms.
Páginas: 283
Edición: 1a. ed.
Año: 1999
ISBN: 956-11-1457-7
Precio Librería: US$:9,00 - $4.500
Precio Internet: US$:8,10 - $4.050

“‘No ocurre muchas veces un hecho tan estimable: que un escritor americano venga a España, se sature de su espíritu, ahonde en el alma de las cosas y las personas, y produzca un libro tan español como pudiera escribirlo el más español de los escritores".

"Esto es lo que ha realizado don Edgardo Garrido Merino, chileno de nación, cuya novela El hombre en la montaña anda por ahí, por las librerías, desde hace algunas semanas".

"Con estos elogiosos términos comenzaba el artículo que escribió el renombrado crítico español José María Salaverría cuando se publicó el libro de Garrido...”.

Raúl Silva Castro, en Panorama Literario de Chile, Editorial Universitaria, 1961. Prólogo a cargo de Enrique Volpe.

BIOGRAFÍA
Nació en Vercelli el 27 de octubre de 1938, en el
Piamonte oriental, Italia. Gran parte de su vida de
agricultor transcurrió en tierras de Aconcagua y
Alhué. Fundó en Linares el Grupo Rosa del Maule
en 1957. También formó parte del Grupo Literario
Prometeo y fue cofundador de la Corporación
Caballo de Fuego. Ajeno a toda fi guración, este
poeta, crítico, dramaturgo y narrador era uno de
los más profundos conocedores de la literatura
chilena. Había recibido el último Premio Alerce
de novela por Un capitán galopa en las fronteras
del infi erno.
Enrique Volpe falleció el jueves 9 de mayo de
2002, a las 10 de la mañana, en su residencia. Se
hallaba solo con su madre de ochenta y siete años
de edad. Lo fulminó un coma diabético seguido
de un paro cardíaco. A sus costados, como al
alcance de las manos, un par de pistolas. La noche
anterior había estado hablando con nuestros
colegas Enrique Germán Liñero y Manuel Silva
Acevedo sin evitar demostrar desánimo, soledad
y tristeza.
Otros libros de Enrique Volpe:
Cabaña entre las rosas, 1960.
Crónica del Adelantado, poesía, Editorial
Universitaria, 1994.
Imperfecto exilio, LOM Ediciones, poesía, 1997.
Premio Gabriela Mistral en 1997.
Un capitán galopa en las fronteras del infi erno,
novela, Premio Alerce 2000 de la Sociedad de
Escritores de Chile.
RESEÑA
El protagonista de Responso para un bandolero
es un ser real. Juan Segundo Catalán fue un
salteador muy temido que actuó en la zona de
Recomendadosoctubre
Narrativa
Responso para un bandolero Enrique Volpe
la Cuesta de Chacabuco. No murió en su ley,
como tantos otros. Se convirtió en un caballero
de respeto, rentista, dueño de cuatro casas y
una parcela en un suburbio de Santiago, buen
auxiliar del Partido Conservador en tiempos de
elecciones. La historia, aderezada sin duda con
elementos novelescos y fragmentos de otros
caracteres y situaciones, resulta un destilado
dramático de los conocimientos de Volpe
sobre la vida, la mentalidad y las peripecias de
estos “brigantes” chilenos, campesinos sin
tierra, marginales e inadaptados, que tomaron
el camino de la delincuencia ecuestre rural o
suburbana tal como sus antepasados de San
Vicente, Huechuraba, Doñihue o Melipilla, o sus
tatarabuelos feudales por los caminos del sur de
España o de Italia

El Día de los Inocentes


Sin dudas, Aconcagua es una de las pocas provincias chilenas que nos presenta un importante panorama de creación literaria, desde el tiempo de Daniel Caldera, hasta los jóvenes prosistas del presente. En este panorama viene a sumarse el escritor Ernesto De Blasis con su cuarto libro "El día de los inocentes" (cuentos y re-cuentos), donde sobre sus libros iniciales logra una clara superación de la escritura a través de un estilo más depurado en que a veces logra crear un clima poético que envuelve el tiempo de la narración como en una atmósfera de leve surrealismo. A mi modo de ver, sus máximos logros son los cuentos "Una vieja amistad" y "Amores secos", donde un lenguaje onírico, casi a tono de un cántico ceremonial, penetra atravesando lo que los analistas denominan con el nombre de "Los espejos negros" en un sondaje a su propia alma, en una exploración que se puede decir dolorosa, pues por momentos penetra en los lugares más sagrados de la memoria y allí enciende una linterna cuya luz es una respuesta a sí mismo.

Otro de los cuentos que se destacan es "Don Silvando Oróstica", y que cabe resaltar que este autor aconcagüino, en la elaboración del anterelato usa elementos típicamente de su tierra nativa; se inserta en la esencia de esa tierra que en sí lleva un halo mágico. Se trata de un cuento típicamente aconcagüino, y a mi parecer, por su importancia, merecía un poco más de desarrollo, especialmente en torno a esa mujer campesina, sin duda, habitante de los rincones de Santa María, donde están aún latentes muchas consejas y tradiciones populares.

Esta obra "El día de los Inocentes", sitúa dignamente con toda justicia al escritor Ernesto De Blasis, en un lugar destacado entre los escritores chilenos de su generación, por lo tanto, lo saludamos como un valioso aporte para las letras de San Felipe de Aconcagua y de Chile.

Enrique Volpe, escritor Diario El Valle 4 de Abril 2001.
Y SE QUEDARON TODAS LAS COSAS SIN TI ....
por Annamaría Barbera L.
Las conversaciones que sosteníamos con Enrique Volpe ,frente a humeantes tazas de café, eran siempre interesantes y estimuladoras del intelecto.Recuerdo el día que nos planteamos una pregunta : ¿Cuál es la relación del poeta con su tierra natal? Ambos proveníamos de Italia ,ambos éramos poetas ,ambos habíamos pasado gran parte de nuestra vida lejos de la patria .Nos interesaba reflexionar sobre estos hechos . Estudiosos psicólogos nos hablan de las vivencias encerradas en el psiquismo en estado de potencia ,es decir, en estado de capacidades que pueden ser nuevamente actuadas.Este psiquismo inconsciente encerraría también el pasado racial que actúa en nosotros sin que lo advirtamos y condiciona,de alguna manera,nuestra conducta.Se refiere esto al estilo,la dirección, el impulso ,las disposiciones a actuar de una u otra manera.Por esto decíamos que "Somos no sólo lo que somos,sino lo que podemos llegar a ser,pero también somos lo que fueron nuestros antepasados."
"En el enigma ancestral de mi lamento
se anudan los cánticos dialectales
de más de cien generaciones de antepasados campesinos .La
punta del arado no puede roturar la corteza musical del silencio.
¿Quién soy entre este confuso injerto
de quemadas raíces de sangre y espejos sin rostro?"
(Imperfecto exilio,pag.13)
Nuestra vida incluye esencialmente una dimensión personal y una dimensión histórica,de ahí que quien desee mantener la propia identidad debe rescatar la memoria colectiva de sus orígenes.
El Piemonte .-
Si creemos que en los nombres se esconden mensajes míticos que influyen en los sentimientos ,deberíamos pensar que los piemonteses ,y en este caso,Enrique Volpe,incluyen en su vida una vocación a las montañas ,a las cimas con sus grandes silencios donde la soledad reina soberana.(Piemonte=al pie del monte).
Ninguna región de Italia posee características morfológicas semejantes a las del Piemonte,que encierra dentro de un cerco externo de montañas,un arco de llanuras dispuestas como herradura de caballo en torno a un núcleo central de bajos relieves.Los grandes macizos montañosos se encuentran en directo contacto con el semicírculo de llanuras que, partiendo de la de Cuneo comprende las de Turín, Vercelli (donde nace el poeta),Novara ,y se repliega hacia Alessandria (donde nace la que escribe)en una serie de altas mesetas excavadas por el curso de aguas y depósitos fluviales.
El poeta y la naturaleza.-
Se da un vínculo indisoluble entre este poeta piemontés,avecindado en Chile, y la naturaleza .Sus imágenes poéticas están fuertemente ligadas a la tierra :la llanura padana ,los puentes de piedras ,los girasoles,las viñas, no son el fondo sobre el cual se desarrolla una historia sino un lenguaje simbólico en el cual el mundo exterior constituye un símbolo del mundo interior ,de su alma y su mente.
La poesía de Volpe copia las formas del mito ,lo recrea esperando que vuelva mágicamente, a palpitar en ella el corazón como en el tiempo de los inicios; en una búsqueda angustiosa del retorno.
Sus paisajes son sus SANTUARIOS SAGRADOS ya que contienen sus vivencias infantiles,pero además tienen un significado dramático y envuelven un sentido trágico: el deseo de retornar a sus montañas,llanuras y bosques con la terrible lucidez de saber que esto es imposible, puesto que ya no se es el que era y el tiempo huye del ayer al mañana sin volver atrás .
"Y siempre los adioses; esa quemada pantalla donde ya no se
pueden proyectar las imágenes precisas
para un imposible regreso.El viaje inconcluso
que me hizo comprender que no hay nada más doloroso
que las sombras de esos viejos trenes de la infancia,
detenidos en el andén más solitario de la memoria."
(Imperfecto Exilio,pag.14)
De ahí su temor de volver a su tierra natal.Temía el retorno tanto como temía a la muerte.Muchas veces habló de suicidarse ,como lo había hecho su amigo Pablo de Rokha, el hablar de ello era otra forma de dominar sus angustias : si elegía el cómo ,cuándo y dónde morir ,dominaría ese paso trascendente a la otra vida.
"Tenía la certidumbre de ser obligado a caminar en esas especies de senderos de cabras que bordean todos los abismos del desamparo ,tratando de equilibrarme con dignidad y orgullo doliente sobre el vértigo suicida."
(Un capitán galopa en las fronteras del infierno Pag.59).
El poeta y el mito.
Son recurrentes en su poesía las preguntas que golpean y rescatan realidades míticas en busca de respuestas ,asaltando el alma con un escalofrío pleno de belleza..No se trata de un oficio meramente literario ,sino de un esfuerzo angustioso por comprender la condición humana ,su destino de muerte y soledad ,el perpetuo desvivir .
Volpe tenía una mentalidad mítica y se expresaba de mala manera de aquellos filósofos que habían puesto en crisis esta forma de pensar, al acudir sólo al pensamiento racional y lógico.Creía que el poeta es mayor que el filósofo, toda vez que es capaz de extraer del inconsciente las verdades originarias subyacentes en el fondo mítico.Verdades que no permitía fuesen puestas en duda o criticadas.
"¿Qué poetas,que son los únicos profetas,
en rito de purificación degollarán el gallo de las tinieblas
en las tristes plazas públicas"....?
(Imperfecto Exilio ,pag.100)
El Piemonte es tierra de leyendas,ritos y fuertes convicciones de estrecha ligazón entre el mundo terrenal y el sobrenatural.Volpe no fue ajeno a esta forma de vivir.Conocida es su exhaustiva investigación de las supersticiones del campo chileno que comparaba con las de su tierra natal.Leyendas que hablan de espíritus y fantasmas como la de los réprobos en noches de tempestad ,que mezclan sus lamentos con el silbido del viento y el grito aterrador del trueno .Son los asesinos y las victimas pecadoras que en vida fueron incapaces de un gesto de amor,condenadas a vagar eternamente por las montañas sin esperanza ya de redención.A los vivos sólo les resta rechazarlos con mágicas palabra cuando manifiestan su presencia:
"Se seus cristian,fate anans;
se seus da mala part,vatne via,
per Giusu,san Giusep e per Maria."
(dialecto piemontés).
Estas creencias marcaron fuertemente su poesía, en ella vemos como se mezcla el símbolo con las fábulas medievales y el canto fúnebre de leyendas que hablan de ángeles y brujerías.
El Poeta y su estilo.
El ritmo interior de sus versos es la eterna soledad del hombre que ha tomado conciencia trágica de la condición humana ,como resultado de la contemplación del perenne iluminarse de la vida y su fatal ocaso en la muerte.La fugacidad de los instantes de felicidad que dejan el alma sola,sola en su breve e inestable sueño, sola en su desconsolado llanto.
Volpe explica el mundo y lo ilumina de belleza.Aún cuando esta luz es angustia y tinieblas,sentimiento nocturno que es el carácter propio de la poesía italiana,a través del cual el poeta continúa el canto ininterrumpido de su tierra.
Como otros grandes escritores,Volpe anhelaba descubrir lo que el ojo humano no alcanza a ver.Quería saber ,quería entender ,quería ascender a ese mundo subterráneo del inconsciente en busca de respuestas que van más allá de la realidad aparente para desocultar el misterio escondido en lo que nos parece casual.
Su poesía está llena de metáforas y alegorías ,símbolos usados con un vigor y una fuerza fantásticos que lo hacen único y distinto; asimismo la duración de los versos y el reflexivo contenido hacen que su estilo sea a la vez universal y personal ,reflejando un ritmo musical que lo identifica, sin ninguna duda ,a la lectura de la primera estrofa .Por lo mismo es una poesía que no admite plagio.Me atrevo a afirmar que continuará siendo un estilo único a pesar de nuevas generaciones de poetas.
Hay artistas que podemos calificar como mediocres en su quehacer ,otros tienen talento,pero sólo unos pocos llevan en sí el fuego del genio poético y éste es el que tenía Volpe.Lamento que no se le haya dado en vida la importancia que tiene como poeta,pero esto suele suceder con los genios de todas las épocas ,incmprendidos por su enorme magnitud,que obscurece la visión de los cercanos.
Enrique Volpe Mossotti falleció el Jueves 9 de Mayo a las 10A.M. del 2002.,dejando inéditos 7 libros y 8 publicados ,entre estos últimos podemos contar: Crónica del Adelantado (poema épico mayor) ,Imperfecto Exilio,Días de sal y cenizas, Tierra Padana, etc.
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Cristian Cruz, un hombre de la morada

Por Rodrigo Véliz


Cristian Cruz se presenta como un poeta donde la cotidianidad alcanza el punto, o el sentido de máxima de divinidad. Es un poeta que no usa el verso libre en rebeldía, más bien se conecta con la tradición poética, preocupándose de los detalles más íntimos de cada frase que conforman sus poemas.

Dentro de los poetas contemporáneos nacidos en el Valle de Aconcagua en los últimos 30 años, es sin duda el que más me sorprende Junto a Patricio Serey y su libro La razón que me da el ser vivo (San Felipe, 2002).

Cristian cruza silencioso por su memoria, desembocando - como diría Teillier- en la edad de oro de la infancia y el recuerdo. Reconozco en él un gran apego al tiempo perdido en el pasado y una gran ironía por el ahora.

Cruz también es de esos poetas que reconoce el trabajo de otros y rinde tributo a quien se lo mereces, es así como en el poema El Armado Enrique (La Fábula y el Tedio, 2003) recuerda a Enrique Volpe (1938-2002). Y es a partir del crea la predicción fantástica sobre el curso natural de la leyenda y una conexión natural con sus antepasados.

“En una carreta debe ir Enrique Volpe
seguro con su revolver
para enfrentarse a forasteros con aliento a pólvora.
Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes
deben contarle historias sangrientas”


La morada poética verdadera de del poeta Cruz es un enigma que sólo se podría resolver con la comprensión completas de sus obras, es así que creo que cuando el tiempo decante Cruz pasara a formar parte importante de la historia de nuestra literatura nacional.

El Armado Enrique

En una carreta debe ir Enrique Volpe
seguro con su revolver
para enfrentarse a forasteros con aliento a pólvora.

Ahora todos los bandoleros de las estancias celestes
deben contarle historias sangrientas
o lo han hecho otro más
se dirigen con su banda a quemar el infierno,
todos los chocos y trabucos de antaño
se dispararon esa mañana,
dinos, dónde quedó el botín
a dónde se fueron los ecos de balas en la noche.


(La Fábula y el Tedio, 2003)


*Cristian Cruz nace en San Felipe en 1973.
Ha publicado: “Antología Clepsidra”de poesía, junto al grupo homónimo en 1997,
“Pequeño País” (poemas) Ediciones Casa de Barro 2000,
“Fervor del Regreso” (poemas) Ediciones del Temple 2002 y segunda edición 2004,
“Papeles en el Claroscuro” (crónicas) Ediciones Intendencia Regional de Valpo. 2003
y “La Fábula y el Tedio” (poemas) Ediciones EDEBÉ 2003.

Elogio al poeta y bandolero PDF Imprimir _CMN_EMAIL
Reinaldo Edmundo Marchant

Fue un poeta original: no se sabe de otro bardo que en tiempo de dictadura llevara al cinto un revólver. Con ese vozarrón cascado por el humo sempiterno de cigarrillos fuertes, no tenía empacho en desafiar al fascismo imperante, decía, y echaba mano al arma como una valiente demostración de osadía.


Enrique Volpe Mossotti ha sido uno de los poetas más delirantes que dio la historia de Chile. Alto y macizo como un plátano oriental, con ese acento de italiano de verdad, de piamontino genuino, los cigarrillos que nunca extinguía y los parlamentos infinitos, retrataban a un fanático conversador de dos temas infaltables: poesía y bandoleros, en ese orden.

Volpe pasará a la eternidad literaria por su indiscutida calidad de vate y por haber frecuentado los más febriles boliches bohemios, sin probar una pequeña copa de buen mosto, virtud que lo convierte en el campeón abstemio que superó la dañina insistencia de los viciosos.

Había que prepararse para charlar con él. La mezcla de ficción y realidad florecían en los manteles de la mesa. Y los cañones, las balas, esas increíbles historias en parcelas febrilmente soñadas, resultaban un festín para la fantasía cuando se recibían con hálito de ebrio. Costaba aguantarlo sano y cuerdo. Tanta bala y ruidos, crispaban los nervios.

Como nadie supo manejar a esos grupos achispados y enfiestados, que ya no razonaban hacia el atardecer por el aturdimiento de las cepas maulinas, y mientras los comensales – escritores todos-se daban cabezazos en las cubiertas de las mesas, sin soltar, naturalmente, los vasos con brebaje, él continuaba con narraciones inauditas de pumas, animales peligrosos, yerbateros, brujos, arrieros y bandoleros, que amenazaban el ganado en una tierra fértil cuya geografía estaba en su imaginario desbordante.

Afirmaba que dormía con un arma de fuego todas las noches, la que tenía a modo de peluche debajo de la almohada. La pistola era pequeña, con culata de nácar, y de día también la llevaba presta a desenvainar: era época de salteadores en los campos, y además las brujas hacían de las suyas. Eso comentaba.

Enrique Volpe se avecindó en Chile desde los diez años. Provenía de una ciudad italiana que tampoco jamás quedó esclarecida. La mejor manera de confirmar su ciudadanía europea era voceando ese acento siciliano que lo convirtió en una característica que aún se recuerda.

Tenía motivos para hablar de pájaros, animales y cuatreros: se dedicó a la vida campestre. Alucinaba con facinerosos y malhechores de ganado. En su novela “Responso para un bandolero”, este autor vertió todo el conocimiento y experiencia de la montaña, terruños, ríos, leyendas, arrieros, delincuentes rurales, que desfilan a través de las páginas casi como su alter ego.

Fue un poeta original: no se sabe de otro bardo que en tiempo de dictadura llevara al cinto un revólver. Con ese vozarrón cascado por el humo sempiterno de cigarrillos fuertes, no tenía empacho en desafiar al fascismo imperante, decía, y echaba mano al arma como una valiente demostración de osadía.

Pletórico de gestas y epopeyas, compartía sus andanzas y ensueños en veintenas de tabernas y lagares, cristalizando amistad con criollos yantares, parroquianos taciturnos y habitantes embebecidos por su oratoria y la chicha que salpicaba de las garrafas.

Jorge Teillier, Rolando Cárdenas, Juvencio Valle, Armando Uribe, Oreste Plath, y un largo etcétera de artistas se convirtieron en amistades y auditorio frecuentes, que oían con agrado al aedo de historias orilleras, y lo hacían no sólo por su incansable lengua, sino por el talento que demostró en su extraordinario libro “Crónica del Adelantado”, un precioso texto poético referido a Diego de Almagro, a su gesta y personal malaventura.

Este poemario recibió en los años noventa una singular y merecida acogida de la crítica que entonces existía, y el Ministerio de Educación lo declaró libro de interés educacional.

Con una prosa poética de alto estilo y forma, Volpe narra la vida y andanzas del descubridor de Chile, sin gloria, develando esa combinación de la ferocidad, lealtad con traición, ambición extrema y obediencia al Rey. Quien cuenta los hechos es precisamente Diego de Almagro, en la gran empresa de conquistar tierra y pertenencias ajenas.

Nadie, hasta esa fecha y hasta ahora, logró poetizar con singular talento una buena parte de la historia patria. Volpe lo hizo, empalideciendo a muchos connotados poetas de la época, y deslumbrando a quienes desconocían esa fuerza descomunal de conocimiento que cohabitaba con las gestas campesinas.

En un momento clave de este vuelo lírico aparecen comprimidas las realidades del cielo y la tierra, la vida y la muerte, la tragedia del hombre y el consuelo de las explicaciones Universales, momento de fino paladar para la garganta más estrecha.

Sin embargo, el libro contiene otros destellos brillantes, máxime cuando don Diego de Almagro habla desde el purgatorio y no en los infiernos como hubiera deseado algún enemigo. Volpe, tuvo piedad de él y de todos quienes ultrajaron ciudades extrañas.

“Crónicas del adelantado”, publicado por ediciones universitaria en 1990, es considerado por quienes aman, estudian y conocen de lírica, como uno de los textos poéticos más bellos que se hayan escrito en Chile.

Fallecido precozmente a los cincuenta y cinco años (2002), la formidable estampa de Enrique Volpe no ha pasado al olvido. Si bien se fue en silencio a sus pagos celestiales, sin homenaje ni reconocimiento alguno, todavía en la barra de un boliche nocturno, algún sobreviviente y buen samaritano alza la copa de la vid en su memoria, saluda al poeta y se deja llevar por las encendidas llamas de sus relatos.

El gran poeta, sigue armado hasta los dientes.


23/01/2009

ARTES Y LETRAS
Domingo 7 de Mayo de 2000

A propósito del "Chupacabras":
El Piguchén, un Vampiro Nacional

Existe una larga tradición escrita y oral que da cuenta de la existencia del Piguchén, especie mamífera alada, que ha estado presente en la zoología mitológica chilena desde los primeros siglos, y que para alimentarse succiona la sangre a los animales.
Por Enrique Volpe

En estos días, los noticiarios de la televisión, las radios y los diarios nos traen las noticias de la aparición de un extraño animal que está causando un verdadero exterminio en las majadas en el desierto atacameño. Todas aparecen despojadas de su sangre, más bien con la sangre chupada. Frente a este hecho de por sí muy extraño y hasta ahora inexplicable, aparecieron los eternos opinantes esgrimiendo las teorías más absur-das. Hay quien asegura que se trata del famoso chupacabras que mata animales en los campos de México. Otros opinan que se trata de una especie de mandril habitante del desierto y que hasta ahora permanecía en el desconocimiento de los zoólogos. Otros opinan que se trata de una especie de canguro vampiro. Y no faltan los que quieran verlo como un extraterrestre que baja a la tierra para darse un festín con la sangre de las pobres bestias domésticas. Cada uno da su opinión, revistiendo sus palabras con una grave solemnidad.

A nadie, sin embargo, se le pasa por la mente echar una mirada al pasado, más bien a lazoología mitológica del Chile mágico, donde muchos de esos mitos casi siempre nacen de una realidad latente, a veces cruenta. Y entre los escasos monstruos mitológicos chupadores de sangre, en primer lugar, hay que situar al piuchén o piguchén, y luego al culebrón de las majadas que sólo les chupa la sangre a las cabras cuando le falta la leche. Estas dos bestias, muy pocas veces vistas, bastan para encontrar una respuesta a las depredaciones del supuesto "chupacabras".

Pihuichén en el lenguaje mapuche, según el libro "Voz de Arauco" del P. Ernesto Wilhelm de Moesbach, se trata de un pájaro vampiro. El sabio naturalista Juan Ignacio Molina, en su amena y nostálgica "Historia Natural y Civil de Chile", escrita desde su destierro, en Italia, nos describe más ampliamente al piguchén, dando por verídica su existencia. El lo llama piguchén y no vacila en clasificarlo como un "cuadrúpedo alado". "Tal es, por ejemplo, el piguchén, cuadrúpedo alado o especie de gran murciélago, que al existir en la realidad formaría uno de los eslabones o anillos que unen los pájaros con los cuadrúpedos..."

Después, el sabio naturalista nos entrega una descripción curiosa de cómo podría ser la figura de ese vampiro criollo. Nos dice que su tamaño podría ser como el del conejo casero y con una piel muy fina del color de la canela, con un hocico muy aguzado y los ojos grandes y redondos como los de los lagartos y que su cola es redonda y termina ancha como la de los peces. Su silbido es como el de las culebras y su vuelo es parecido al de las perdices. Se cree que hace su guarida en los huecos de los árboles viejos y de allí sólo sale en las horas nocturnas y no le causa mal a nadie, sólo a los insectos con que se alimenta. Luego de leer esta descripción del piuchén, no nos cabe dudas que el naturalista no le otorga ninguna peligrosidad a ese vampiro, y, menos aún, un origen satánico, como lo califican las leyendas vernáculas regionales.

Incluso Darwin

En su clásico libro "Mitos y supersticiones", don Julio Vicuña Cifuentes baraja varias opiniones sobre el piuchén, basado en datos que le entregaban los campesinos de las diferentes zonas de Chile. En la zona de Melipilla, a principios del recién pasado siglo, los habitantes, en ese entonces, con caminos imposibles pasando cuestas peligrosas más que nada por la presencia de bandoleros, para llegar a la Villa de San Gerónimo de Alhué, opinaban o aseguraban que el piuchén era una culebra que al pasar a vieja se transforma en una especie de rana de gran tamaño, con su cuerpo cubierto con un vello muy fino y con alas cortas que sólo le permiten vuelos breves. Pero sus patas al estilo de garras son muy fuertes y sus ojos son saltones con el fulgor maligno que causa espanto y a veces mata. Los campesinos de Alhué señalaban con certeza que se alimentaba con la sangre de las bestias y a veces de los hombres.

Según don Tomás Guevara, citado por Vicuña Cifuentes, respecto del piuchén, por tradiciones orales recogidas por él con los viejos mapuches, éstos decían que se trataba de un monstruo terrible con la forma de una gran culebra alada que sólo sale a volar durante la noche, de preferencia en la estación en la que salen los brotes de los robles. Emite unos silbidos largos que causan el pavor al que los escucha, y se alimenta con la sangre que les bebe a las bestias y también a las personas cuando las encuentra dormidas o desamparadas.

El enigmático cronista del diario El Obrero, en la ciudad de Ovalle, en el legendario Norte Chico, cuya firma era José Silvestre, muchas veces citado por su artículo titulado "Algo de la mitología zoológica en Ovalle", publicado con fecha 19 de febrero de 1904, nos dice que el piguchén tiene el pico y las alas como los de los loros y que anuncia su presencia con tres silbidos. En el artículo el autor nos entrega una fórmula para espantarlo y que consiste en colocar banderas blancas en los corrales al tiempo que se emiten silbidos por medio de una botella.

El científico Ricardo Latcham, también citado por Vicuña Cifuentes, nos dice y nos asegura que este vampiro existe en Chile desde siempre y que Darwin fue el primero en constatar su existencia, pues durante su viaje a lo largo de Chile tuvo la oportunidad, en la ciudad de Coquimbo, de obtener un ejemplar, el que llevó a Europa (no especifica si vivo o embalsamado) y que allí fue descrito científicamente por Water House en la "Zooología del Beagle" con el calificativo de Desmodus Dorbinyi. Según el libro, se trata de un vampiro que se alimenta chupándoles la sangre a los animales.

El maestro Oreste Plath en su magnífico libro clásico "Geografía del mito y la leyenda chilena", junto con confirmar lo expresado por los anteriores investigadores, si bien con leves variaciones, nos entrega una fórmula para espantarlo o matarlo si se presenta la ocasión. Se puede espantarlo soltando en el lugar de su última depredación una manada de chivatos viejos y malolientes, pues se sabe que el fuerte olor de la sangre de esos chivatos lo marea y le causa un gran asco. Lo de matarlo parece más inverosímil, pues se trataría de ubicar el árbol viejo donde tiene su escondite y durante el día, cuando duerme, tapar con una malla fuerte ese árbol y luego prenderle fuego.

Un villorrio y algo más

Sólo a unos pocos kilómetros montaña arriba del pueblo de Putaendo se halla un villorrio campesino con el nombre de Piguchén. En las cumbres de sus cerros casi enteramente despojados de vegetación, se pueden divisar a ojo de buen entendedor pequeñas cavernas naturales y también bocaminas de vetas coloniales abandonadas. Según tradición recogida de modo oral en la zona, en diálogos con campesinos viejos, o en su quinta taller en El Callejón o Portalones de Juan Rosas, con el pintor Raúl Pizarro, uno de los más doctos conocedores de las tradiciones campesinas de su tierra, en el tiempo de la llegada de los primeros españoles a la tierra de Aconcagua, en esos cerros entonces habitados por indios chiquillanes había muchos piuchenes que les bebían la sangre a las ovejas de la tierra y también a los hombres. De allí el nombre de ese villorrio al pie de la montaña.

En la tradición oral de Santiago Norte, más específicamente lo que ahora es la comuna de Renca, cuando era una pequeña parroquia de indios, en el lugar donde antaño se alzaban los muros de lo que fue la bella iglesia del Cristo del Espino, al pie del cerro grande de Renca, construida por los frailes franciscanos en un terreno donde antes existió un cementerio de indios, se cuenta que en el tiempo de las misiones solía llegar para oficiar misa un famoso orador de la orden de los dominicanos. Su nombre se pierde en la nebulosa del tiempo, pero se sabe que era un orador famoso en Santiago y alrededores; un verdadero pico de oro en las prédicas de la fe. Pero ese orador en sus prédicas se exaltaba en arrebatos místicos que causaban pavor a los feligreses, de por sí seres simples, pues aseguraba que el diablo se había aposentado en esa tierra bajo la forma de un piguchén, y que sin duda un día les bebería la sangre a todos los peores pecadores y después arrastraría sus almas al infierno.

Los más afamados payadores del 800, que vendían sus liras populares contando en versos vulgares los hechos de actualidad como crímenes, amores infieles, apariciones del diablo, o los duendes burlones que casi siempre se aparecían en el barrio de La Cañadilla, o el nacimiento de fenómenos como niños o terneros con dos cabezas, a veces solían nombrar al piguchén en forma simbólica, como lo muestra en una de sus estrofas el famoso poeta Bernardino Gajardo cuando dice:

Si las canchas se prohíben
y los billares también,
arreglen un piguchén,
los que de la usura viven...

Los sucesos de Aculeo en 1980

El verano de 1980, luego que hacía más de sesenta años que nadie en la zona había escuchado decir de depredaciones cometidas por el piguchén, hizo su cruenta aparición en el Cajón de Aculeo. Me tocó ser testigo del hecho que al parecer no tenía una explicación lógica. Recuerdo la vaquilla tendida en el costado de una suave ladera arbolada con las más diversas especies de árboles nativos. Su muerte había ocurrido hacía unas pocas horas, y al contemplar en detalle su cadáver se le podía notar en la testuz una cicatriz casi minúscula, como hecha con una gran aguja cañamera, de la cual no había manado ni una sola gota de sangre. La bestia estaba totalmente desangrada, pero a unos mal contados cien metros más arriba, junto a un avaro chorro de agua y a la sombra de un enorme belloto de más de treinta metros de altura estaba la sangre vomitada o defecada; dos grandes charcos aún frescos sobre los cuales revoloteaban casi enloquecidos dos enjambres de abejas silvestres.

En el transcurso de una semana a contar desde el hallazgo de la vaquilla desangrada fueron encontrados otros tres vacunos de mediana alzada también sin sangre, y cerca, otros charcos de sangre. En esos cerros con vegetación casi lujuriante, de vez en vez se producían las muertes de animales casi siempre debidas a los pumas, otras veces a los perros alzados. Aquí es indispensable especificar que en Chile no hay perros salvajes, como pretenden algunos de los entendidos que opinan con argumentos sin ton ni son. Los que recorren los cerros matando el ganado son perros caseros que fueron corridos de los ranchos en el tiempo de las carestías, cuando se hace difícil la mantención de las personas y de los animales. Otras veces en las tierras más altas, son los cóndores los que atacan a bestias agonizantes, picoteándolas en los ojos y desgarrándoles el ano de donde les devoran las tripas. Pero todos son carnívoros y no chupadores de sangre. Al producirse esas últimas muertes, un viejo campesino típicamente aculeguano que en años mejores había sido mayordomo de ganado lanar, aconsejó que para alejar al piuchén de esas tierras pobres era indispensable recurrir a la sapiencia del viejo meico en hierbas y también brujo de varios colores según la ocasión que era Valentín Gárate, cuya casa se ubicaba en una gran quebrada cercana. El hecho ocurrió a principios de 1980 y Gárate falleció al año siguiente con casi noventa años de edad. Gárate accedió a indicar el modo preciso de cómo alejar al piuchén de esos campos. La fórmula era la de soltar en el lugar de las depredaciones un piño de unos ocho o doce chivatos viejos, pues es sabido que al pájaro vampiro le causa repulsión el olor fuerte de la sangre ca-liente de los chivatos, pero a la vez también se hacía necesario que algún valiente se encargara de ubicarse al inicio de la quebrada, y al caer las primeras sombras que anuncian la noche hiciera sonar durante unas dos horas, y esto durante tres días, un cuerno de buey, pues se sabe que su sonido lúgubre espanta al piguchén.

Pero don Valentín Gárate era un convencido de que bajo la forma del piuchén podía estar oculto el famoso Marqués de Faramalla, que es el diablo vernáculo que recorre la zona tanto de Alhué como la del Cajón de Aculeo, por lo cual al ritual práctico había que complementarlo con un conjuro a la presencia satánica, y consistía en formar una cruz con dos ramas gruesas de palqui (vegetal que tiene el poder de aturdir y espantar a las culebras, símbolos del satanismo) unidas con una hebra de lana roja también gruesa entre la cual, antes de cerrar el nudo, hay que colocar vertical una ramita cruzada de romero de Castilla, verde. Y al inicio de la quebrada se hace un montículo con tierra bruta formada con hojas podridas de árboles de mala sombra como son el litre y la patagua, y sobre ese montículo que simbólicamente representa al monte Calvario se clava la cruz y al pie de ella se enciende una vela bendecida mientras se reza ese poderoso conjuro que es las Doce palabras redobladas, y al finalizar esa oración, rezarla otra vez a la inversa, pero en voz alta, insultando en forma burlesca al diablo. En esa ocasión se cumplieron las indicaciones del hierbatero y al cabo de una semana que se soltaron unos cuantos vacunos en el lugar, al ser revisados se constató que no faltaba ninguno, señal de que el piuchén había hecho abandono del lugar y que el procedimiento había dado resultado. Todo esto nos viene a demostrar que no hace falta buscar una respuesta en mitologías foráneas, ni inventar monstruos absurdos por lo inverosímiles y que en esta tierra larga y angosta, sus viejos mitos zoológicos, muchas veces señalados en las piedras andinas dibujadas por los primeros pobladores en las vastedades desoladas de las cordilleras, pueden convertirse en realidades.
Enrique Volpe:
El silencio lleno de armonía

A mi modo de ver, la era de la computación significa para la creación poética su decadencia definitiva; el creador domesticado por una máquina regulada por la matemática casi perfecta. Una invasión a las últimas reservas espirituales del hombre poeta. El lápiz silencioso y la mano guiada por la mente, en un coloquio con el infinito, son casi los instrumentos sagrados que nos permiten penetrar en pequeños mundos o en esa dimensión que nunca podrá ser creada por las máquinas. Esa dimensión que en breves momentos, tan vastos como el infinito, nos convierten en habitantes maravillados de esos mundos o en los rincones más secretos de nuestras propias almas. Los signos de las palabras, trazados sobre una hoja en blanco, son como poblar un desierto con las imágenes o figuras a veces esperpénticas, otras veces angelicales, que representan las realidades y los sueños. O el intento de asediar las profecías. Lejos de las máquinas, grabados con dibujos en las rocas andinas, están escritos los grandes poemas épicos de la América morena. En estos poemas, los poetas anónimos cuyos nombres no conoceremos nunca, dejaron escritas las historias de las tierras, de las razas que poblaban esas tierras y de los dioses primitivos que regían el destino de esas tierras. Me confieso hombre carente de conocimientos sobre computación, pero el signo grabado en la piedra es como una ventana que se abre para hacernos soñar con mundos de fábulas que se eternizan en el tiempo, frente al veloz olvido de las máquinas. Amo el silencio lleno de armonía y de voces que acompañan al creador en la soledad necesaria para un coloquio con el infinito.
ARTES Y LETRAS
Domingo 24 de Octubre de 2004

HOMENAJE. Palabras sobre Enrique Volpe:
Mi ceniza no ha sido profanada

Una visión sobre la obra literaria de Volpe que abarcó diversos ámbitos.

LORENZO PEIRANO

¿Qué recordaremos de un poeta italiano avecindado en Chile desde los doce años de edad? ¿Qué diremos de Enrique Volpe? Tenemos, por el momento, dos versiones (entrecruzadas) de su persona. La primera corresponde a su "quehacer poético", a su vocación épica, inconmensurable. La segunda se refiere (lo intenta) a lo que pervive en nuestra memoria de su trato, de sus gestos, de su voz caudalosa. Determinados objetos caen al suelo: una cortapluma Victorinox, un llavero colgante, una pistola Beretta. Determinadas historias, narradas entre incontables cigarrillos y tazas de café, ya no se escuchan. Enrique Volpe murió en Santiago, a las diez de la mañana del 9 de mayo de 2002; había nacido el 27 de octubre de 1938, en Vercelli (Piamonte).

Un libro notable

Los datos de su muerte, exactos, tristes y fríos, nos causan asombro (todavía nos causan asombro). Aquel 9 de mayo Volpe se disponía a visitar a su amigo "compatriota", el escritor Gianni Migliano. No pudo ser. Luego, en el crematorio, veríamos a sus pares en la despedida final: Mardoqueo Cáceres, Fernando Quilodrán, Roberto Araya Gallegos... La muerte de Volpe fue sorpresiva, increíble, como también fue increíble su vida, repartida -al igual que la vida de Encina- entre el campo y "la actividad literaria". ¡Y qué actividad literaria! Enrique Volpe escribió un poema épico sobre el descubrimiento de Chile; esa fue, sin duda, una forma de demostrarnos cómo sentía a nuestro país (aunque, por supuesto, no es la única lectura del libro). La "Crónica del Adelantado" llegó a la imprenta en 1990, en un tiraje de 500 ejemplares. Volpe esperaba el Premio Municipal; sólo recibió una mención honrosa. El dictamen le dolió. Nos dijo en aquel tiempo que su poema no había sido valorado. Un año más tarde sería declarado "material didáctico de consulta para la educación chilena" y, en 1994, Editorial Universitaria lo reeditaría precedido de una carta abierta del poeta Armando Uribe.

Enemigo de la antipoesía, a la que veía como un despeñadero de frustración, Enrique Volpe escribió, antes y después de la "Crónica del Adelantado", otros libros. El primero, "Cabaña entre las Rosas", apareció en 1960. Fue allí donde el poeta itálico enfrentó la mayor dificultad: utilizar un idioma ajeno para su expresión. Volpe rescató de ese primer intento la fuerza metafórica y la potencia verbal, entendiendo que sus resultados no podían compararse con las obras de los poetas de su generación. Empezaría entonces un camino hacia una poesía de mayor peso, y que implicaba, necesariamente, un distanciamiento del ambiente literario, "tan lleno de miserias humanas", según sus propias palabras.

Conversaciones

Los precedentes que tuvo en cuenta Enrique Volpe para tratar la empresa de Diego de Almagro -quien en abril de 1536 llegara al valle de Copiapó- fueron "La Araucana", de Alonso de Ercilla (nuestra Eneida, como escribiera Andrés Bello), y "Arauco Domado", de Pedro de Oña. No obstante, la imaginación primó en este singular poema. Tras sortear múltiples problemas técnicos, donde "la parte narrativa era la trampa mortal", Volpe llegó a un resultado sorprendente: más de dos mil versos teñidos de pumas y espejos en los cuales el mismo Diego de Almagro nos habla de su infortunio. Y es que nuestro poeta consideraba al Adelantado español "un personaje injustamente olvidado por la historia, un antihéroe de 63 años con llagas en el cuerpo; un hombre que avanzó por terrenos desconocidos a filo de espada". Alguien propuso que en la Crónica había una especie de "invasión de las razas indígenas", cosa que indignó a Volpe, y que a nosotros nos parece irrelevante. Basta una atenta lectura del libro para comprender que éste apunta a la chilenidad en su esencia. No en vano encontramos en sus páginas a Gonzalo Calvo de Barrientos: "el primer español llegado a Chile y el primer padre de la mestiza raza chilena".

Los influjos de otros poetas que coexisten en la poesía de Volpe (aquí también aludimos a los libros "Viernes Santo", "Tierra Padana" e "Imperfecto Exilio") son variados. Hallamos, por ejemplo, aquel "golpear de sangre exaltada" de Dino Campana, así como la "rica sequedad" de Eugenio Montale. La presencia de Antonio de Undurraga de igual manera es evidente ("un diálogo invisible"). A esto sumemos otros elementos: su relación con payadores, ex bandidos o antiguos patriarcas campesinos como Luis Pastén, quien "representaba lo hidalgo con ojotas y hasta con harapos". Porque Volpe anhelaba, perseguía lo chileno, aquello que lo podía unir a nuestra patria: "Chile, como gota de rocío en el cuenco de una piedra: /Chile es el nombre indiano de esta tierra larga/ que cabe en el trino helado de un pájaro salvaje"... Y es que en su epopeya el poeta también se prolongó; su amor por las armas de fuego, transformado en un "dócil cuerpo de greda de una mujer india"; o aquel felino "que los indios llaman puma", y que para Volpe significaba "el alma bravía e indomable de la cordillera".

Alejándonos ahora de este tal vez somero análisis, la presencia de Enrique Volpe regresa con su excelente humor, con su inclinación a la buena mesa, y con sus recuerdos de Italia (de una Italia que suponía ya muy cambiada). Durante la guerra, en la infancia, solía recoger manzanillas con su bisabuela, Guiseppina Alessio; la conmovía escuchar "Las muchachas de Trieste"; amaba, por sobre todo, a su madre; y practicaba ese ya casi perdido "culto a la amistad".

Con nostalgia recordamos aquellos miércoles lejanos; tardes en las que compartía con el poeta Jorge Teillier; tardes en las que se evocaban nombres malditos: Boris Calderón, Carlos de Rokha, Enrique Rebolledo Sánchez (alias "El chilenito"). Horas en las que se revivían los viejos tiempos, en las que se hablaba realmente de poesía, y en las que Volpe transmitía los saludos enviados por Efraín Barquero desde Francia. Cuántas conversaciones retenemos en la memoria: los poetas crepusculares: Sergio Corazzini ("O mia piccola dolce casa"), Guido Gozzano ("La bellezza del giorno/e tutta mel mattino"). Ambiente alucinado, brumoso debido al humo de los cigarrillos (humo que formaba rostros ausentes). Historias transcurridas en el campo, entre las quebradas al anochecer: apariciones, experiencias sobrenaturales; maleficios causados por brujos chilenos (según Volpe, los más poderosos de América). Muchas veces nos recalcaba el privilegio de ser los habitantes de un territorio casi virgen del planeta, aunque reconocía un mejor pasado. Lamentaba que la corrupción hubiese llegado a las grandes ciudades; pero repetía con fuerza (citando a Mariano Latorre) que Chile, afortunadamente, es un país de rincones.

Con intensidad trataba de explicar sus procesos poéticos (escribió también narrativa). Nos dijo que en la Crónica del Adelantado lo había dejado todo. Sus ojos azules se dilataban cuando hablaba de "la mecánica mágica", o de "una épica en el tiempo sin tiempo, para así llegar al tiempo nuestro". Expresaba sus ideas de manera original: "la corriente interna", "el tiempo operístico". Quizás lo obsesionaba un poco la unidad y la esperanza en "los lectores del futuro" (Charles Cros). Su formación autodidacta lo había enriquecido con múltiples lecturas.

Le gustaba compartir sus conocimientos; pero con cierta timidez, a pesar de su marcado acento italiano con las erres del norte. "Yo estudié en una escuela agrícola mediocre de Linares", comentaba sonriente. Dividido entre las labores del campo y su deambular por la ciudad (parte de su "quehacer poético"), Enrique Volpe alentó una atmósfera que echamos de menos. Sentimos que hablar de su persona siempre será una deuda y un abrazo imposible.

La inocencia y la generosidad primaron en él. Se fueron las conversaciones; se alejó el aroma de las castañas asadas en invierno. Un hombre alto y corpulento ya no pronuncia el nombre de sus amigos, ni comenta los sucesos de la vida con una mezcla de ímpetu y respeto.
Enrique Volpe
ADIOS POETA
(Vercelli 1938 - Santiago 2002)

Iba a los campos, Alhué, caballo y carabina, viento y lluvia golpeando su rostro. Sólo, como en la muerte.
Es la figura portentosa del poeta Volpe, cabalgando en las fronteras del infierno.
Es él y a ratos el legendario capitán Trizano, en los desolados bosques del sur.
El espíritu de Volpe, que rehuyó de los grupos literarios, pudo y no quiso. Quiero aquí decir claramente que pudiendo, rehuyó toda figuración pública.
Frecuentaba sí a lo más alto de la intelectualidad, pero siempre austeramente, en forma sincera. Era, como diría Gastón Soublette, "sencillo como un tronco de árbol", es decir sin artificios, sabio y cauteloso.
No pidió ni necesitó jamás la fama. Quizás por eso, tan sólo unas pocas crónicas dieron cuenta de su muerte, en los periódicos nacionales.
Volpe, era el Barón Campesino que ya no existe en nuestro paisaje. Poeta y narrador que trabajó toda la vida como agricultor y, a veces, experimentado minero aurífero.
Siempre fantaseó entre el contrapunto existencial de vida y muerte. Una vez que lo visité, entre una lectura y otra, me dijo "si alguna vez me pego un tiro, va a ser con esta pistola Bernardelli, que tengo aquí sobre la mesa".
Tomó el arma, como acariciándola con respeto, tal vez porque poseía ese poder lóbrego de terminar una vida. En mis manos la puso, y pude ver el fino tallado en metal, damasquinado, que además llevaba consigo la carga simbólica de ser un preciado regalo de un entrañable amigo poeta, cuyo nombre no revelaré.
Su revólver favorito era otro, un Colt calibre 38, especial, cañon de dos pulgadas, que era de su uso personal, y que no mostraba a cualquiera. Así también como rasgo de su carácter, no se daba con cualquiera.
Pero no hay que confundir las cosas, debo aclarar que su fascinación por las armas era sobre todo en base a un sentido estético. Volpe nunca pensó en dispararle a nadie. Una rara mezcla que me hace recordar a otros hombres como Hemingway, amante igualmente de armas, de cacerías, de corridas de toros, de pesca brava, y de puros habanos; me hace pensar en mi propio padre, legendario cazador, recorriendo los campos de Pirque, con su escopeta Browning, calibre doce. Me hace recordar los relatos de Conrad, y a ese otro hombre-niño que fuera Coloane.
Volpe cabalgaba por Los Altos de Cantillana, cerros que circundan sobre la laguna, cerca de Rungue; ahí dormía a cielo abierto, dejaba maneado el caballo, con las amarras de cuero, y tutelaba la noche con el viejo cuchillo de campo, que le había regalado su amigo Rodrigo Salazar.
Lllevaba para el viaje una manta de Castilla, que -cuando la tormenta arreciaba- utilizaba para guarecerse de la lluvia, poniéndola en diagonal, sostenida por ramas, junto a un fuego que debía alimentar durante la noche, aún bajo la lluvia. Nunca utilizó una carpa, ni un saco de dormir, en el que -además- no hubiera podido caber.
Soñaba con esos leones, de los que podría haber dado cátedra. Una vez me explicaba detalles sobre las diferencias de los leones a lo largo de Chile, "los más grandes son los de la zona central", me decía, "luego los del norte son medianos, y los del nevado sur, los más pequeños".
Volpe fué siempre de la zona central, la de los leones grandes, como él, que para mí era algo así como una leyenda viviente.
Durante esas largas y frías noches, Volpe conversaba a solas con la muerte.
Era noble, sincero y gentil, como el Amadís de Gaula, y un polo de atracción en las tertulias del círculo literario del Lancelot, que él mismo había formado, y donde los invitados éramos pocos. Este grupo surge porque ahí Volpe acostumbraba citar a otros escritores, y se fué transformando este citadino lugar en un hito, un referente de juntarse cada viernes, en la luminosa instancia de compartir la mesa, el conocimiento y los libros.
Estábamos ahí por una actitud creativa que nos unía, pero en forma muy personal, yo sentí más de alguna vez, que estaba ahí por el sólo privilegio de esa amistad y de escuchar sus relatos.
Volpe siempre enarbolaba una lucidez que llevaba el germen de la ironía fina y el humor en un todo indiviso. No bebía más de la copa ritual para el frío. Más bién era amigo del café cortado y de la conversación de honduras.
Este hombre grande, fuerte, tenaz y polémico, intercambiaba ideas opuestas aún a su temperamento sanguíneo, con una tolerancia casi inconcebible.
Así quienes le conocieron, aunque no compartieran sus ideas, eran sus amigos incondicionales.
Telúrico, le gustaba ir a La Piedra del Molino, en San Felipe, donde disfrutaba sibaríticamente, para ir más tarde a los campos de Putaendo.
Lo conocí a fines de los setenta, en la esquina de La Unión Chica, en torno a amigos como: Oresthe Plath, Rolando Cárdenas, Martín Cerda y Jorge Teillier.
No evocaré sus versos ni su encendida prosa, he preferido citar las palabras de Armando Uribe: "fue y es un poeta en grande. Capaz de la primera epopeya chilena en mucho tiempo, siguiendo la heroica travesía de los conquistadores que descubren o revelan un nuevo país para siempre, un Chile que merece mitos. Él mismo es un Conquistador, de aspecto y ánimos épicos, ... ".
La última vez que lo ví, me habló de los ancianos robledales, bosques nativos, impolutos. Algunas veces he creído verlo nuevamente, a caballo, con manta de Castilla, bajo la lluvia inmisericordiosa, en un eco de rugido de leones, diluyéndose, en la noche.
Para mí es desgarrador entregar ahora este testimonio. Volpe no era hombre de creer en otra vida. No amaba tanto esta tampoco. Más bién yo diría duramente que Volpe estaba condenado a vivir, y no estaba dispuesto a quedarse aquí para siempre, como si fuese un castigo terrible, ... abandonado por la propia muerte.


© THEODORO ELSSACA 2003